Alba Carrillo revive su matrimonio fallido: “Feliciano era muy facha. De ahí vienen parte de nuestros problemas”

Ruptura mediática

La modelo y presentadora carga sin rodeos contra su exmarido Feliciano López y reflexiona sobre feminismo, política, literatura medieval… y sexo

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Alba Carrillo ya no quiere que la miren solo como “la rubia de la tele”. A los 38 años, y tras una trayectoria donde ha alternado realities, polémicas sentimentales y colaboraciones televisivas, la exmodelo ha comenzado una nueva etapa que compagina la televisión con su carrera universitaria en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Pero su metamorfosis no se limita al ámbito académico: también ha consolidado su identidad política y personal.

Una vida mediática sin pedir permiso

Carrillo reivindica su derecho a ser popular, feminista, culta y políticamente activa, todo al mismo tiempo

En una entrevista concedida a El País, Carrillo se muestra sin filtros. Habla de literatura medieval, del Arcipreste de Hita y del Cantar de mio Cid, pero también de feminismo, de la derecha política y de su relación con el tenista Feliciano López, con quien estuvo casada menos de un año. “Era muy facha. Lo es, lo es. De ahí vienen parte de nuestros problemas”, dice sin rodeos. Y añade: “He tenido muchas movidas con él por temas políticos”.

Lejos de esconder su posicionamiento, Alba lo subraya. “Soy de izquierdas. Vengo de una familia bastante de derechas, pero que ha tendido a moderarse. Se lo digo mucho a mi madre: ‘Me encanta cómo has evolucionado’. Gracias a Dios se puede evolucionar y mi familia es un claro ejemplo de ello”.

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Feliciano López y Alba Carrillo, el día de su boda en julio de 2015 en Toledo; once meses después, la pareja se separó, y Carrillo ha atribuido parte de los problemas a diferencias políticas 

Terceros

Su visión política no es una pose ni un arma de provocación. Es una elección de vida que defiende incluso en lo afectivo. Cuando el entrevistador le pregunta si saldría con alguien de derechas, responde sin pensárselo: “Sería un bonito polvo de primavera. Un rollito de primavera”. Y remata, entre risas: “Hasta el más facha se vuelve rojo por un polvo”.

Feminismo, literatura y fuego en Netflix

Mientras estudia Filología, se convierte en la presentadora del 'reality' más caliente del verano: 'Jugando con fuego'

Carrillo ha vivido a contracorriente en el ecosistema mediático. Mientras participaba en Supermodelo, Supervivientes, Gran Hermano VIP, Bake Off o La familia de la tele, también estudiaba Publicidad, Criminología y ahora Filología. “Me está encantando Libro de buen amor, del arcipreste de Hita”, cuenta. “Me ponen muchas cosas, y leer es una de ellas. Me pone muy cachonda”, dice, reivindicando el erotismo intelectual.

En la Complutense, asegura sentirse feliz y querida. Va a clase con papel y bolígrafo y se ríe de que sus compañeras universitarias le pidan videollamadas para presentarle a sus madres y abuelas. “Estoy sacando notazas. Eso sí que es bótox. Estás en contacto con gente de 18 años que te da la vida”.

Estoy cansada de los heterobásicos”

Alba Carrillo, en entrevista con ‘El País’

La espontaneidad de Alba Carrillo es su marca personal, y en esta entrevista no se contiene. Reconoce que se ha auto saboteado más de una vez, que busca “el reality de la estabilidad”, aunque probablemente se aburriría, y que ya no tolera relaciones que no funcionan: “No mantengo muertos”. En sus primeras citas habla abiertamente de política para evitar sorpresas: “No te imaginas la cantidad de tíos con banderitas de España en la muñeca que me dicen que no son tan de derechas”.

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Pronto la veremos al frente de Jugando con fuego, el nuevo reality de Netflix en el que los concursantes deben resistirse al sexo para ganar 100.000 euros. La ironía no pasa desapercibida: Alba, que ha hecho de la provocación un arte, será la encargada de guiar a los participantes por el sendero de la abstinencia. ¿Ella lo conseguiría? “Aquí te digo que sí, pero si alguien te gusta mucho, es difícil resistirse”.

En su versión más combativa, se reivindica como mujer, como intelectual y como figura mediática: “He tenido que ser muy subversiva para que me escucharan. Me pone cachonda ser subversiva”.

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