En una charla sin filtros en el pódcast Fast & Curious, Aron Canet, piloto valenciano de Moto2, descarta su salto a MotoGP, relata una juventud marcada por una familia “desequilibrada”, admite que sufrió bulimia por la presión del peso y explica cómo ha reconstruido su cabeza para pelear el título.
Una carrera marcada por la lucha mental
El piloto valenciano admite que su autoestima fue siempre su mayor rival
Aron Canet no se anduvo por las ramas. “No voy a ir a MotoGP”, soltó. Luego respiró hondo: “Es duro, es duro, es duro decirlo. Claro, ha sido la decisión deportiva más complicada de mi carrera deportiva”. No ofrecerá más explicaciones de puertas para fuera: “Se puede explicar, pero tampoco me interesa explicarlo”.
Detrás de esa renuncia hay biografía y cicatrices. “He estado en una familia desequilibrada realmente. Nunca se ha visto y desde muy jovencito estaba viviendo fuera de casa”, confesó. Ese ambiente le dejó una herida que ha condicionado su trayectoria: “Mi gran problema en mi carrera deportiva ha sido mi autoestima como piloto. Nunca me he creído realmente lo suficientemente talentoso o nunca he creído… que tenía el talento que realmente tengo. Entonces me he infravalorado siempre y es algo que he arrastrado durante toda mi carrera deportiva, sobre todo por mi padre”.
La presión no solo fue mental. También pesó —literalmente— en la báscula. “Bueno, en el 2019 lo que más sufrí es el nivel de peso… estuve con bulimia, porque no llegaba al peso”, revela. “Era algo duro, era algo duro”, recuerda sobre una rutina de recorte constante que le llevó a desmayarse por fatiga. A día de hoy sigue vigilante: “Ahora poco a poco empiezo a ver la luz”, asegura.
A Canet también le pusieron peajes estéticos. “Me han llegado a ofrecer este equipo de moto. Me han dicho que te cogen si te quitas los tatuajes del cuello”. Se plantó. No hubo trato.
Estuve con bulimia porque no llegaba a pesar lo que exigían”
El presente, mientras tanto, es una pelea por estabilizar el rendimiento y la cabeza. “Sí, realmente es el año en el cual creo que estoy trabajando de mejor manera, siendo más constante”, explica. Parte de ese giro llegó en el sofá del psicólogo deportivo: “Una buena pregunta, justamente esto lo trabajé con mi psicólogo deportivo hace una semana”, cuenta, para aprender a valorar procesos y no solo resultados: “Quedar segundo está muy bien, quedar tercero está muy bien”.
Su relación con MotoGP, hoy, es distante. “Bueno, sinceramente no te voy a mentir, no lo suelo seguir”, admite. Y su veredicto sobre la deriva tecnológica es claro: “A mí personalmente no me gusta, pero eso lleva gustos, sobre todo en el tema aerodinámico, porque veo hacer barbaridades muy muy grandes”.
¿Qué viene ahora? Canet no cierra puertas, pero asume su camino lejos de la clase reina. “Es una verdadera pena tener asimilado que a un 9 5%, 96 % no voy a poder tener la capacidad de subir a MotoGP… 99% porque sé lo que voy a firmar ahora mismo”, reconoce. Y deja caer su horizonte más probable: “Moto2 o Superbike. Es lo que hay”.
Hoy, con 25 años, Aron Canet afronta el tramo decisivo del Mundial de Moto2 con una mezcla de madurez y realismo que ha tardado años en construir. Ha aprendido a no vivir solo pendiente del resultado, a valorar el proceso y a apoyarse en su círculo para mantenerse fuerte. Sabe que no llegará a MotoGP, pero también que aún le queda mucho por dar en las pistas y que, pase lo que pase, seguirá empujando “con calma y creyéndoselo”, como él mismo repite. Porque después de todo lo que ha pasado, seguir ahí, segundo en el Mundial y luchando cada domingo, ya es una victoria.