Durante años fue uno de los rostros más reconocidos de la televisión española. Desde que a los 17 años se coló en las casas como DVD en Los Serrano o como David en Física o Química, Adrián Rodríguez parecía tenerlo todo: éxito, fama, dinero, y el cariño del público. Pero tras esa popularidad precoz se escondía una historia que el propio actor define hoy como “una enfermedad”: la adicción.
“Empecé muy joven, con fama y dinero de golpe. Era demasiado pequeño para gestionar esa locura”, confiesa en Y ahora Sonsoles, donde se presenta ya como un hombre en proceso de reconstrucción personal. “Lo tomas como un juego. Pero si empiezas a toquetear desde pequeño, acabas evadiéndote de la realidad”.
Una espiral de autoexigencia, consumo y aislamiento
Adrián Rodríguez admite que la presión y la falta de recursos emocionales le llevaron a perderse y tocar fondo en soledad
Adrián admite que la vorágine de trabajo y éxito le empujó a exigirse más de lo que podía soportar. “Tengo que ser el mejor, seguir trabajando, no parar... Y claro, entras en un bucle. Pero llega un momento en que se te va la cabeza”, relata, sincero. “Al final la presión y la exigencia propias hacen que caigas en los infiernos”.
Las consecuencias fueron devastadoras. Profesionalmente, su carrera se fue torciendo: “Mi carrera se fue apagando a medida que me iba perdiendo”, reconoce. Tras la fama en Física o Química, llegaron los paréntesis laborales, la pérdida de oportunidades, la plataforma de contenido para adultos y el abandono de un reality por no poder sostener la situación. En paralelo, su consumo aumentaba, y con ello, el aislamiento.

Consciente y en tratamiento, Adrián Rodríguez trabaja ahora para ayudar a jóvenes que, como él, luchan contra las adicciones
“Te vas aislando, haces daño a los demás sin darte cuenta. No sabes cómo pedir ayuda. Yo no recuerdo en aquella época que se pudiera hacer. ¿Quién te enseña eso? ¿Cómo se aprende?”, se pregunta.
Hoy, Adrián habla abiertamente de su proceso de recuperación. “Sigo en tratamiento, tengo una enfermedad llamada adicción, pero ahora tengo herramientas”, afirma. “La droga es lo que se ve, pero detrás hay mucho más: vacíos, conductas destructivas, sensibilidad mal gestionada”.
No sabía pedir ayuda, y me estaba destruyendo”
El actor destaca que muchas veces se confunde la personalidad con la patología. “Yo soy más sensible, más vulnerable. Mi enfermedad me pedía gente, ruido, fiesta... pero en realidad lo que había era soledad”, admite. “El éxito te dispara la dopamina y acabas buscando en las drogas la fiesta, la gente y la evasión… pero luego llegas a casa y estás solo. Ahí es donde empieza el verdadero peligro”.
Uno de los momentos más duros de su relato es el recuerdo de su madre, fallecida hace dos años por cáncer. “Ella fue quien me buscó el primer terapeuta. Sabía que algo no iba bien. No me soltaba la mano”, dice visiblemente emocionado. “Cuando me avisaron de que ya no podía seguir con nosotros, tuve que abandonar el tratamiento. Luego volví, con más fuerza”.
Ese punto de inflexión coincidió con la toma de conciencia real del riesgo vital que corría. “Empiezas a darte cuenta de que, en uno de esos días de consumo, te puedes ir. Y ahí ya no es por valentía, es por miedo. Dices: o salgo o me mato”.
Adrián Rodríguez no idealiza el proceso. Habla de recaídas, de baches, de miedo. Pero también de luz. “Mi recuperación no es una línea recta, pero tengo esperanza. Hoy tengo un equipo que me apoya, estoy tranquilo con mi pareja, y puedo decir que estoy bien”.
No pretende dar lecciones, pero sí tender la mano a quienes puedan verse reflejados en su historia. “Lo importante es reconocer que tienes un problema, y que no pasa nada por pedir ayuda. No hay que sentir vergüenza”, concluye.