Fiebre de minerales raros en Alaska

La nueva frontera de EE.UU.

A pesar de su riqueza, EE.UU. va muy por detrás de China en la extracción y procesamiento de esos materiales clave

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JR Krause hace un alto en su pasatiempo de buscar pepitas de oro en un arroyo en las proximidades de Fairbanks

Francesc Peirón

El río fluye y parecen resonar las palabras de Moliere, “el oro convierte en hermoso a lo feo”.

En Fairbanks, segunda ciudad más poblada de Alaska, 580 kilómetros al norte de Anchorage, hacía un día gris y, de pronto, reluce el sol, incluso pica como si no fuera el Ártico, mientras JR Krause pesca unas pepitas del metal precioso en modo recreacional.

“No me voy a hacer millonario”, responde desde el medio del cauce, donde tiene un par de cubos, una pala y una zaranda para cribar y separar el grano de la paja que se dice.

Cuenta que esta zona es libre, abierta a cualquiera. Saca tierra de los márgenes, residuos de la región minera próxima, y los examina. Exhibe un bote con pequeños trozos relucientes. “Pueden ser 100 dólares. Hay semanas que sacó dos o tres gramos, hasta 500 dólares”, aclara.

Invierte cantidad de horas. Krause, de Wisconsin, es geólogo, amante de explorar y de la naturaleza, que soñaba con Alaska. “Resulta irónico”, suspira al confesar que trabaja en una mina de oro cercana, Fort Knox. Ochos días en el tajo, cuatro de fiesta, que dedica a más de lo mismo, pero sin ánimo de lucro. Lo que halla no lo vende, lo guarda en su colección.

Este lugar, en pleno bosque, a unos diez minutos en coche desde la ciudad, se considera el punto exacto donde el inmigrante italiano Felix Pedro descubrió este adorado elemento químico el 22 de julio de 1902 (reza la placa conmemorativa) y disparó la fiebre del oro.

Hoy son cantidad los que como Krause buscan pepitas. En verdad, les mueve la fiebre moderna, la de los minerales de elementos raros de la tierra, tan preciados en la industria tecnológica, definidos como esenciales para la economía y la seguridad nacional. EE.UU., pese a su gran riqueza –solo Alaska tiene 49 de los 50 de la lista–, va más bien escaso. Manda China.

En Pekín entendieron proto su valor estratégico. Controlan la producción, el procesado y la distribución. Los estadounidenses envían el 90% a China para su refinado.

“Al Gobierno chino no le asusta invertir. Fueron a África, cogieron los minerales y los almacenaron en su país”, recalca Lee Ann Munk, profesora y directora del Colectivo de Minerales Críticos de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF).

“En Estados Unidos ha habido complacencia. Pensábamos que siempre tendríamos acceso y dejamos al mercado que hiciera las cosas, lo que ha derivado en preocupación”, matiza.

La búsqueda en plan popular de esos compuestos no es una quimera. Esos minerales de nombres difíciles de pronunciar aparecen de habitual junto a esos otros convencionales, como oro o cobre, pero se les daba trato de desperdicios y se les tiraba como deshechos.

“Nuestros rivales en el Ártico, Rusia y China, no tienen esos caóticos ciclos electorales cada cuatro años”

“Ahora es difícil de encontrar por aquí esos relaves porque la mayoría se han utilizado para construir carreteras”, señala Tom Bundtzen, experto en minería e historiador, que es quien ha montado la cita en el arroyo donde pesca Krause.

“Numerosas personas en el estado busca minerales raros, como niobio, itrio, litio o antimonio, en sus tierras o en esos desperdicios”, subraya.

De esta fiebre levanta acta Nate Graham, gerente del laboratorio de instrumentación avanzada de la UAF, que se encarga de analizar el material sólido (metal, roca, arena) y determinar que minerales contiene.

Tiene como usuarios a la compañías mineras, pero cada vez más a gente local. “Vienen de todas partes con piedras que han sacado del río. Muchos están cavando en sus jardines y quieren saber que es lo que tienen”, recalca el científico.

Un giro sorprendente, o una falta total de visión en el supuesto país de visionarios, si se observa el pasado. Steve Masterman, experto en geología y economía, que ha alternado la docencia con la industria, recuerda que su primera interacción con lo minerales críticos se produjo en 1985, cuando estaba en el Oficina de Minas de Estados Unidos. Hacían introspecciones en una decena de depósitos a lo largo de todo el estado.

La administración decidió en la década de 1990 cerrar esa agencia que investigaba esos minerales críticos. “Una economía como la nuestra es una economía impulsada por los negocios y no había mucho dinero porque no invertían. No había interés en la extracción ya que no era lo suficientemente rentable para competir con otras oportunidades”, explica.

No solo resulta difícil la extracción. Todavía lo es la separación de los otros elementos. Además, en un estado como Alaska se han detectado bolsas en territorios de acceso muy complejo –los localizan con tecnología aérea sofisticada tripulada o no–, donde ni siquiera existen caminos, lo que dispara el precio de la inversión.

“Esto es un tren de carga que vimos venir”, lamenta Munk.

“Rusia y China pueden dirigir sus industrias al desarollo, extracción, explotación y manufactura de estos productos por no les preocupa el mercado pues carecen de libertad de mercado”, añade Masterman.

En la conversación tercia Troy Bouffard, director en la UAF del Centro de Seguridad Ártica y asesor en Washington de la senadora republicana por Alaska, Lisa Murkowski, que verbaliza algo que sobre todo creen muchos conservadores, el llamado mal de la política, o de la democracia, como freno.

“Nuestros mayores adversarios en el Ártico, Rusia y China, no tienen esos caóticos ciclos electorales cada cuatro años y cambios masivos”, afirma. “Disfrutan de una gran estabilidad y capacidad para hacer las cosas que a veces da envidia, pero es lo que es. Aquí es un caos”, profundiza. “No han de pasar por la deliberación públicas. Un líder como el chino Xi Jinping es listo, hace un buen trabajo y quiere políticas efectivas”, remata.

EE.UU. tuvo conocimiento de los minerales raros hace al menos 40 años pero no vio negocio

Un argumento reiterado por esto expertos, favorables a la desregularización de Donald Trump a golpe de órdenes ejecutivas, lo expone Deantha Skibinski, directora de la Asociación de Mineros de Alaska. Según uno de sus estudios, entre que detectan los minerales hasta que, pasando por toda la litigación, se consigue abrir la explotación transcurren 29 años.

JR Krause reconoce que a su colección de oro quiere aplicarle más exámenes. Por si acaso tiene un filón de esos raros. ¿Qué diría Moliere?.

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