Cuando Stephen Colbert entrevistó a la excandidata demócrata, Kamala Harris, en su late show –cancelado para el próximo año tras un acuerdo de Paramount con Donald Trump–, le recordó el debate que protagonizó el año pasado con el magnate: “Entonces dijiste que, si gobernaba Trump, perseguiría a sus enemigos políticos, recortaría Medicaid y Medicare, desobedecería órdenes judiciales, abandonaría a nuestros aliados y daría enormes rebajas de impuestos a los ricos”, afirmó Colbert. “Sé que no has venido aquí para decir 'os lo dije', pero ¿te gustaría…?” Harris se negó, pues “hay algo que no predije, y es la capitulación. Creía que muchos de los que se consideran guardianes de nuestro sistema y democracia se plantarían. Y, sin embargo, se rindieron”.
La ex vicepresidenta no detalló a quién se refería. Pero la lista de capitulaciones desde el regreso triunfal de Trump a la Casa Blanca es larga. Comienza por los republicanos moderados, que están cumpliendo todas sus peticiones en el Congreso, y por el poder judicial, gobernado por una mayoría conservadora en el Tribunal Supremo. Sigue por las universidades que han cedido a las demandas de Trump y los medios de comunicación y las empresas que han optado por compensarlo en acuerdos extrajudiciales millonarios.
Pero también salpica a los propios demócratas, desorientados, que desde enero han demostrado su incapacidad de acción política y ponen toda su esperanza en las elecciones de mitad de mandato de noviembre del 2026. Si entonces consiguen recuperar el control de al menos una de las dos cámaras, previsiblemente la Cámara de Representantes, ganarán la posibilidad de bloquear algunas de las políticas de Trump y de abrir comisiones de investigación contra su gobierno.
Los demócratas ponen sus esperanzas en los comicios de mitad de mandato, en noviembre del póximo año
En medio de la confusión demócrata, el gobernador de California, Gavin Newsom, se ha erigido en la voz de la resistencia. Cuando Trump mandó a la Guardia Nacional a California para reprimir unas protestas pacíficas contra sus redadas migratorias, advirtió que “la democracia está bajo asalto” en un video dirigido a toda la nación con gran estética presidencial. Esta semana, tras el despliegue de los soldados en Washington y la sugerencia de Trump de que pronto irán a otras ciudades, como Baltimore o Chicago, ha vuelto a alzar la voz.
“No creo que Donald Trump quiera otras elecciones”, dijo Newsom, con posado serio, en una entrevista con Politico, donde sugirió la posibilidad de que el presidente manipule los comicios o los suspenda con la declaración, por ejemplo, de una ley marcial. “Este tipo no cree en las elecciones libres y justas”, añadió, entre referencias al asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021, cuando alentó a sus seguidores a atacar el Congreso para impedir la certificación de su derrota. “No paran de enviarme gorras de Trump 2028”, sentenció, en referencia a los simpatizantes del presidente, que validan su idea de presentarse a un tercer mandato, a pesar de que la Constitución lo prohíbe.
”¿Creéis que está bromeando sobre el 2028?”, preguntó Newsom a la audiencia, y advirtió que “el Estado de derecho se está convirtiendo en el Estado de Trump”. Y sentenció: “Creo que nuestro partido tiene que despertar. Estamos perdiendo el país en vivo y en directo. No es una exageración, eso es lo que está ocurriendo”.
El gobernador citó la reciente reforma del mapa electoral aprobada por los republicanos en Texas, que probablemente dará al partido cinco escaños más en las próximas legislativas, y remarcó que en California van a seguir una estrategia similar, para contraatacar “el fuego con más fuego”. Algo parecido tiene previsto hacer en Maryland el gobernador Wes Moore, otro de los demócratas que suenan con fuerza para las elecciones del 2028.
Moore también se ha convertido en una de las voces prominentes del partido, especialmente tras las amenazas de Trump de enviar al ejército a la primera ciudad de su Estado, Baltimore. El demócrata asegura que ha alzado la voz contra Trump porque es un veterano de guerra y considera “injustificado e irrespetuoso” con las tropas su despliegue en suelo doméstico. “Soy un soldado. Esa es mi formación, ese es mi entrenamiento, y siempre lucharé por mi gente”, concluyó.