Bayrou cae con estrépito y deja Francia a la deriva

Crisis sin final en París

Macron, muy impopular y debilitado, debe nombrar a su séptimo primer ministro o convocar elecciones

François Bayrou, durante su discurso ante la Asamblea Nacional

François Bayrou, durante su discurso ante la Asamblea Nacional 

CHRISTPOPHE ENA / AP

Francia ha decidido encerrarse en su laberinto. El Gobierno de François Bayrou, que llevaba en el poder menos de nueve meses, ha caído estrepitosamente este lunes al ser derrotada, por un amplio margen, la moción de confianza  a que se sometió el primer ministro en una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional. Al término de un debate muy bronco, solo 194 diputados votaron la confianza, mientras que 364 se pronunciaron en contra.

La dimisión debe oficializarse mañana martes, a primera hora, cuando Bayrou vaya al Elíseo a presentarla al presidente de la República, Emmanuel Macron.

La profunda crisis política en París se agrava, con el riesgo financiero que ello comporta. El país está bloqueado y a la deriva. Le corresponde ahora a Macron, muy impopular y más de debilitado que nunca, decidir si convoca nuevas elecciones -hipótesis que hasta ahora rechazaba- o escoge a otro primer ministro que, dada la aritmética parlamentaria y la actitud  intransigente de los partidos, está condenado a otro fracaso mientras no exista una mínima voluntad de consenso.

En su discurso, de cuarenta minutos, el primer ministro dibujó un panorama muy inquietante de la situación, no solo en el ámbito económico. Además de alertar del desfase frente a otros países europeos, que producen más y gastan menos, como Holanda, Bayrou constató el deterioro de la educación, el problema de la vivienda y la necesidad de regular el flujo migratorio. Para no pecar de pesimismo, citó las fortalezas del país, como su excelencia en terrenos como las matemáticas o la robótica, y la alta calidad industrial en sectores como la aeronáutica, la construcción naval o la energía nuclear.

Bayrou califica la deuda de “hemorragia insoportable” y “adicción”

El núcleo de su intervención fue, lógicamente, el desafío de la deuda, que calificó como “una adicción” y  “una hemorragia insoportable” que hay que frenar imperativamente. El jefe del Gobierno recordó que los presupuestos del Estado han sido deficitarios, de modo ininterrumpido, desde hace 51 años.  Actuar es también una obligación moral para no dejar “una carga aplastante sobre las espaldas de los jóvenes”, 

Para intentar el milagro de convencer en el último minuto a parte de la izquierda y a la extrema derecha, Bayrou mencionó dos concesiones parciales  a los dos campos. Aunque dijo que imponer más impuestos a los ricos puede ser contraproducente porque estos huyen a países menos gravosos, el premier admitió la necesidad de hallar fórmulas para que contribuyan más al esfuerzo nacional y evitar que puedan esquivar el pago de impuestos con métodos legales de optimización fiscal. Al partido de Le Pen le ofreció, sin citarlo, una reciente medida del Gobierno para revisar y reducir la Ayuda Médica de Estado (AME), la cobertura sanitaria que se da a los inmigrantes irregulares, una prestación que la extrema derecha lleva años denunciando porque la ve como imán para la inmigración ilegal.

Marine le Pen, sentada en su escaño durante la sesión parlamentaria de este lunes

Marine le Pen, sentada en su escaño durante la sesión parlamentaria de este lunes 

BERTRAND GUAY / AFP

El primero de los 11 grupos parlamentarios en responder a Bayrou fue el socialista. Su presidente, Boris Vallaud, pareció anticipar el nombramiento por Macron de un socialista para ocupar el palacio de Matignon, algo absolutamente hipotético. “Es un nuevo horizonte que se abre para la izquierda y para el país”, afirmó, a la vez que quitaba dramatismo a los riesgos financieros de un giro de política. “Estamos preparados si vienen a buscarnos”, dijo, en alusión al presidente de la República. Vallaud no tuvo piedad para Bayrou, a quien acusó de haber carecido de coraje y haber preferido “una escapada, una farsa ante la adversidad”. Para el líder socialista, el responsable último es el mismo Macron, pero Bayrou es un cómplice, “el primer apóstol”  de “los epígonos ciegos” del jefe de Estado.

El líder del grupo parlamentario de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), Laurent Wauquiez, anunció que habría diputados de su grupo que votarían en contra o se abstendrían, pese a formar parte de la mayoría gubernamental. Wauquiez, quien votó la confianza “sin entusiasmo”, mencionó el desacuerdo sobre los planes de Bayrou de eliminar dos días festivos.  El dirigente conservador argumentó que en vez de castigar a los franceses que trabajan, habría que hacer trabajar a quienes viven de subsidios.

Éric Ciotti, de la Unión de las Derechas -aliado de Le Pen- habló del “Titanic macronista” y disparó con artillería pesada contra el jefe de Estado. Ciotti, que fue presidente de LR antes de asociarse con la extrema derecha, exhortó a excorreligionarios a romper con el Elíseo.

Le Pen denuncia “el naufragio” de la presidencia de Macron y exige nuevas elecciones

En su turno en la tribuna, la líder del Reagrupamiento Nacional (RN), Marine Le Pen, visiblemente satisfecha por la debacle de sus rivales, dijo que se estaba viviendo “el fin de la agonía de un gobierno fantasma” después del “naufragio” de ocho años de presidencia de Macron y que solo “la gran alternancia” (la llegada al poder de la extrema derecha) dará esperanza al país.  También arremetió contra la izquierda por haber sellado un pacto oportunista y contra natura con los macronistas, el año pasado, para evitar la victoria del RN en la segunda vuelta de las legislativas. Le Pen pidió nuevas elecciones porque “un gran país como Francia no puede vivir con un gobierno de papel”.

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François Bayrou pronuncia un discurso antes de la votación de confianza 

BERTRAND GUAY / AFP

Dadas las circunstancias, Macron se verá presionado a decidir sin dilación. No puede ocurrir como el verano pasado, cuando tardó dos meses en nombrar a un sustituto para Gabriel Attal después de la catastrófica decisión de convocar comicios anticipados y quedar en minoría en la Asamblea. La excusa fueron los Juegos Olímpicos. Ahora no hay razón para la demora.

Desde el 2017 ha habido ya seis inquilinos del palacio de Matignon. Francia empieza a parecerse a aquella Italia de inestabilidad crónica después de la II Guerra Mundial, o a la propia Francia de la IV República hasta que el general De Gaulle, en 1958, en plena crisis por la guerra de Argelia, se erigió en el salvador de la nación e  fundó la V República. Algunos analistas, como el veterano Alain Duhamel, en activo desde los tiempos de De Gaulle, comparan el escenario actual con 1958, con el agravante de que no existe hoy una figura respetada y con ideas claras como De Gaulle para salir al rescate.

La semana puede deparar otros sobresaltos. El miércoles está convocada una protesta nacional bajo el lema “Bloqueemos todo”, una iniciativa de base, agitada por las redes sociales, que presenta una potencial amenaza de orden público si se materializa el sabotaje de servicios esenciales. Planea el fantasma de un movimiento como el de los chalecos amarillos, que se prolongó largos meses y desestabilizó a Macron. El viernes, la agencia Fitch de calificación de la deuda pondrá una nueva nota a Francia. Se teme que sea peor que la actual y eso acelere la subida de los tipos de interés. 

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