En la sala de audiencias número 600 del Palacio de Justicia de Nuremberg, donde hace ahora 80 años se celebró el proceso penal militar a los jerarcas del régimen nazi alemán, una instalación multimedia envuelve al visitante permitiendo visualizar en blanco y negro, en el mismo lugar de los hechos, a los protagonistas de aquel juicio histórico que sentó las bases del Derecho Penal Internacional.
El juicio empezó el 20 de noviembre de 1945 y concluyó casi un año después, el 1 de octubre de 1946, cuando el tribunal internacional instaurado por las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido y Francia) emitió su veredicto.
En los últimos días de la guerra, Adolf Hitler, Joseph Goebbels y Heinrich Himmler se habían suicidado, pero los aliados lograron capturar a otros jerarcas. Fueron acusados 24 hombres (uno de ellos se suicidó antes; otro no estuvo presente por motivos de salud; y un tercero, prófugo o muerto, fue juzgado in absentia), de modo que en el banquillo se sentaron 21 acusados.
Entre ellos figuraban Hermann Göring –considerado el número dos del régimen–, Rudolf Hess, Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel y Julius Streicher, entre otros. También fueron procesadas seis “organizaciones criminales”: el Gobierno del Reich, la cúpula del partido nazi, las SS, las SA, el estado mayor y el alto mando de la Wehrmacht, y la Gestapo.
La idea tras Nuremberg no es un concepto fijo, sino que está en continuo proceso de negociación; seguimos analizando cómo se desarrolla esta idea de responder a los crímenes con justicia, no con venganza”
Se les acusó de crímenes contra la paz (por lanzar una guerra de agresión); de crímenes de guerra (por violación de las convenciones de Ginebra y La Haya); y de crímenes contra la humanidad (persecución, esclavización y asesinato de civiles por motivos políticos, religiosos y racistas). Por primera vez en la historia, se llamó a rendir cuentas ante la justicia internacional a líderes y se rechazó su argumento de que se limitaban a obedecer órdenes de más arriba.
“La idea tras Nuremberg no es un concepto fijo, sino que está en continuo proceso de negociación; seguimos analizando cómo se desarrolla esta idea de responder a los crímenes con justicia, no con venganza. ¿Cómo evoluciona desde Nuremberg, donde casi se respiraba una utopía, donde se creía haber encontrado la solución para todos los conflictos futuros?”, plantea la historiadora Nina Lutz, directora del Memorium de los procesos de Nuremberg, centro expositivo inaugurado en el 2010 en el Palacio de Justicia.
“Pensaban haber hallado la respuesta, pero la realidad política tomó rumbos distintos a lo largo de los años; sin embargo, la idea de responder a los crímenes con justicia ha perdurado hasta nuestros días”, defiende Lutz en un encuentro con corresponsales extranjeros. El Memorium recibe en torno a 160.000 visitantes al año.
La sala de audiencias 600 del palacio de Justicia de Nuremberg siguió albergando juicios durante decenios; dejó de hacerlo hace cinco años. La foto es del último, que fue el 20 de febrero del 2020
Las potencias escogieron como sede Nuremberg –que estaba en la zona de ocupación estadounidense– porque, aunque esta ciudad de la región bávara de Franconia había sido casi arrasada por los bombardeos aliados, el palacio de Justicia, construido en 1916, había quedado casi incólume, y detrás del palacio estaba la prisión, donde podían ser alojados los acusados. El componente simbólico de que Nuremberg hubiera sido la capital de los congresos nazis no influyó en la decisión.
Entre las pruebas
Fotos de Mauthausen del fotógrafo catalán Francesc Boix, testigo en Nuremberg
En los 218 días de juicio se utilizaron 200.000 declaraciones juradas como prueba, se presentaron 5.330 documentos, declararon 236 testigos, y se mostraron pruebas espantosas, como la cabeza de un prisionero asesinado usada como pisapapeles. También se proyectaron fotografías de los campos de concentración y exterminio nazis, entre ellas algunas rescatadas por el fotógrafo barcelonés Francesc Boix (1920-1951), que estuvo prisionero en el campo nazi de Mauthausen (Austria), asignado al laboratorio fotográfico, donde escamoteó fotos realizadas por los propios hombres de las SS. También hizo él mismo fotos de la liberación del campo. Boix declaró como testigo en Nuremberg. Más adelante, entre 1946 y 1949, hubo ante tribunales militares estadounidenses otros doce procesos contra médicos, juristas, industriales, mandos policiales y de las SS, militares, funcionarios y diplomáticos. También hubo un proceso militar en Tokio.
En 1961, las autoridades estadounidenses devolvieron el edificio a la justicia bávara, que emprendió obras de rehabilitación en la sala 600 y, entre otros arreglos, le añadió el gran crucifijo de bronce en la pared. En la Alemania de la posguerra, el mobiliario y utillaje del famoso proceso a la cúpula del régimen hitleriano acabó siendo desechado. Se salvaron por casualidad los pocos objetos que se exponen en el Memorium: dos banquillos de madera donde se sentaron los acusados, un armario de conmutación eléctrica, y un baúl estadounidense de transporte de documentos.
En ocasiones no se ha alcanzado el éxito deseado; se han producido reveses en diversos conflictos (...) Pero es también una señal: cuando se ataca a la Corte Penal Internacional, significa que no se la puede ignorar, que tiene el poder de incomodar”
Las sentencias dictadas el 1 de octubre de 1946 fueron: doce condenas a muerte en la horca (una de ellas in absentia, la de Martin Bormann, asistente de Hitler); siete penas de cárcel (tres de ellas de cadena perpetua, para Rudolf Hess, Erich Räder y Walther Funk); y tres absoluciones (Franz von Papen, Hjalmar Schacht y Hans Fritzsche). Las penas de muerte fueron ejecutadas el 16 de octubre, los cadáveres fueron cremados, y las cenizas arrojadas a un afluente del río Isar. Hermann Göring eludió el cadalso suicidándose en su celda la noche anterior con una cápsula de cianuro, sin que se sepa aún cómo logró procurársela.
“Hablamos de crímenes contra la paz, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra; sin embargo, un crimen grave es el genocidio, que se codificó como tal después de la guerra y de los procesos, en aquel momento era desconocido y por eso en Nuremberg no se aplicó a los crímenes del Holocausto contra los judíos”, explica el jurista Gurgen Petrossian, experto de la Academia Internacional de los Principios de Nuremberg (IANP), con sede en la ciudad.
En 1948, la ONU aprobó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, pero “el jurista polaco Raphael Lemkin, que había acuñado el término de genocidio, luchó hasta el final de su vida para que se incorporara a las legislaciones nacionales”, prosigue Petrossian.
En la estela de Nuremberg
Ha habido tribunales penales internacionales ad hoc para los crímenes en la antigua Yugoslavia (1993) y en Ruanda (1994), y en el 2002 se creó la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya
En 1950, la ONU fijó los llamados Principios de Nuremberg , que se consideran la base histórica del Derecho Penal Internacional. Más adelante, el Consejo de Seguridad de la ONU creó por primera vez tribunales penales internacionales ad hoc para los crímenes en la antigua Yugoslavia (1993) y en Ruanda (1994).
En el 2002 arrancó la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, para juzgar a personas acusadas de crímenes de genocidio, guerra, agresión y lesa humanidad, si bien países como China, India, Rusia, Israel y Estados Unidos no reconocen su jurisdicción. “En ocasiones no se ha alcanzado el éxito deseado; se han producido reveses en diversos conflictos, pero la idea de Nuremberg, que tuvo su origen en este edificio histórico, nos acompaña”, insiste Petrossian.
La CPI ha emitido una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladímir Putin, en marzo del 2023, y otra orden de arresto contra el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, en noviembre del 2024, por presuntos delitos durante las guerras en Ucrania y Gaza, respectivamente. “Que la Corte Penal Internacional de La Haya esté siendo atacada tan duramente estos días se debe a que sus capacidades no son óptimas –dice el jurista–. Pero es también una señal: cuando se ataca a la Corte Penal Internacional, significa que no se la puede ignorar, que tiene el poder de incomodar”.
La memoria histórica de Nuremberg
Congresos del partido nazi y leyes raciales
Nuremberg ha acometido en los últimos treinta años, de modo tardío como muchas otras localidades alemanas, un profundo proceso de revisión de su memoria histórica en el nazismo, la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. En su caso, se superponen distintos elementos. Aparte del famoso juicio a altos cargos nazis celebrado entre 1945 y 1946, Nuremberg albergó en los años treinta los multitudinarios congresos anuales del partido nazi, con presencia de Adolf Hitler y de miles de fieles militantes llegados de toda Alemania. Durante uno de esos congresos, el de 1935, se promulgaron las llamadas Leyes de Nuremberg, ominosas leyes raciales contra los judíos alemanes, preludio de la persecución y del Holocausto.

