Una vez más, Europa muestra su escepticismo ante el último intento de la administración estadounidense de Donald Trump de llegar a un acuerdo de paz por la vía rápida con Moscú, arrinconando tanto a la Unión Europea (UE) como a Ucrania. El último plan de paz entre Washington y Moscú, adelantado por el Financial Times , cayó como un jarro de agua fría sobre la reunión de ministros de Exteriores de los Veintisiete de este jueves, que debía centrarse, entre otras cosas, en aumentar el cerco a la flota fantasma con la que Rusia busca eludir las sanciones occidentales.
“Hemos visto esto antes. Los diferentes planes de paz no pueden funcionar si los europeos y los ucranianos no están de acuerdo”, subrayó la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, después de una cumbre en la que el ministro ucraniano, Andrii Sybiha, se conectó como hace habitualmente para informar a los europeos sobre la situación en el terreno.
Putin visitó este jueves uno de los puestos de mando de las tropas occidnetales de Rusia.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, está siendo presionado por EE.UU. Para aceptar un plan de paz de 28 puntos que incluye importantes concesiones por parte de Ucrania. La presidencia ucraniana ya ha confirmado que lo ha recibido y Zelenski tiene previsto hablar con Donald Trump en los próximos días.
El plan no gustará en Kyiv, para empezar, porque implica ceder a Rusia el control de todo el Donbás –también de las zonas que están todavía bajo el control de Kyiv–, la vasta región minera e industrial del este del país que los ucranianos consideran clave para su supervivencia futura como Estado independiente.
“Para poner fin a esta guerra, es necesario que los ucranianos y los europeos acepten esos planes. Por supuesto, Putin podría poner fin a esta guerra de inmediato, si simplemente dejara de bombardear a civiles y matar gente. Pero no hemos visto ninguna concesión por parte de Rusia”, insistió la exprimera ministra estonia ante la prensa.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se pronunció en la misma línea de Kallas y reiteró que la UE debe tener su sitio en cualquier negociación porque la seguridad de Ucrania involucra directamente la comunitaria.
El representante español también señaló que nada puede hacerse a espaldas del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. “La UE apoyará cualquier propuesta de paz creíble, justa y duradera, pero eso tiene que empezar por un alto el fuego incondicional. Por las ideas que he oído, nada de eso está encima de la mesa”, apuntó Albares, pidiendo respetar la integridad territorial y la soberanía de Ucrania.
Kellogg, un aliado clave de Ucrania en la Casa Blanca, abandonará su puesto en enero
Los ministros de Polonia, Países Bajos o Suecia se expresaron de una forma parecida ante los periodistas. “Queremos la paz, pero no puede ser una capitulación. El pueblo ucraniano la rechaza. Todo debe comenzar con un alto el fuego en las líneas de contacto que permita hablar sobre el territorio y las garantías de seguridad”, afirmó el representante francés, Jean-Noël Barrot.
“El único problema sigue siendo Putin, y debemos evitar cualquier situación en la que empecemos a ceder a sus peticiones”, coincidió el danés Lars Lokke Rasmussen. Su homólogo alemán, Johann Wadephul, llamó a un alto el fuego como primer paso para negociar la paz en Ucrania. “Así se avanzará y también se podrá alcanzar una paz duradera. Es lo que nos interesa”, dijo.
Entre otras cosas, el nuevo intento de acuerdo supondría también la reducción a la mitad del tamaño del ejército ucraniano, que vería vetado el acceso al armamento más sofisticado. En concreto, se vetaría a Kyiv la posibilidad de comprar armas occidentales que puedan alcanzar territorio ruso.
Ese es ahora mismo el principal objetivo del Kremlin, que ve cómo los drones ucranianos golpean sus infraestructuras petroleras. La propuesta pactada implica igualmente la retirada de la asistencia militar estadounidense, que ha sido vital para la defensa del país durante la guerra, y se vetaría la presencia de tropas extranjeras en territorio ucraniano. Además, el borrador, siguiendo una de las obsesiones nacionalistas de Putin, incluye que el ruso sea oficial en toda Ucrania así como la consideración de la Iglesia ortodoxa rusa como religión oficial en el país.
Dos transeúntes miran cómo un dependiente decora para las navidades una tienda de un centro comercial en Kyiv,
El plan no será del agrado tampoco del enviado especial de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, que ha comunicado a sus colaboradores que tiene previsto abandonar la Administración en enero. Esta salida supone una mala noticia para Kyiv, ya que Kellogg era uno de los principales defensores de Ucrania en la Casa Blanca de Trump. Tanto los diplomáticos europeos como los ucranianos le consideran una persona razonable en una administración que hasta ahora ha secundado en ocasiones la versión rusa sobre las causas de la guerra en Ucrania.
En cambio, la nueva propuesta de paz ha sido una creación del enviado especial de Estados Unidos para misiones de paz, Steve Witkoff, con quien en ocasiones se ha enfrentado Kellogg por sus posiciones muy cercanas a Rusia.
Kallas, todavía en busca y captura por parte de Moscú, optó por ignorar estos nuevos requisitos de Estados Unidos y sostuvo que el plan de paz de la UE tiene solamente “dos puntos”: debilitar a Rusia y apoyar a Ucrania. Por eso que reiteró la necesidad de la activación de un préstamo a Ucrania de 140.000 millones de euros financiados con los activos rusos congelados en Europa.
El Parlamento ruso amenaza a Bélgica con tomar represalias si permite el uso de los activos congelados
El lunes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió una carta a los 27 líderes de la UE en que cifraba en 135.000 millones de euros las necesidades financieras de Ucrania en los próximos dos años, y dejaba claro que, si no se optaba por los activos rusos, la alternativa es deuda conjunta o subvenciones de los Estados miembros.
La mayoría de los países comunitarios prefiere optar por utilizar los activos rusos, pero el proyecto sigue estancado por las reticencias de Bélgica, que tiene la sede de Euroclear, la institución financiera donde se encuentra la mayoría de este dinero. Ayer, el Parlamento ruso declaró que cualquier incautación de activos rusos por parte de la UE debe ser respondida con acciones legales contra Bélgica y la entidad de valores Euroclear, y también amenazó con hacerse con los activos de inversores de lo que consideró “Estados hostiles”.



