El sospechoso y prolongado recuento de las elecciones presidenciales en Honduras está siendo particularmente seguido en las “dos Chinas”, a 15.000 kilómetros. No en vano, Taiwán tiene al alcance de la mano su “desquite del siglo”, tras una larga lista de victorias diplomáticas de Pekín. Ciertamente, la República Popular tiene motivos para la preocupación, puesto que tanto el ganador provisional, Nasry Asfura, como el segundo clasificado, Salvador Nasralla- que ha denunciado fraude- tienen en común su devoción por Taipéi. Ambos prometieron revertir el reconocimiento de la República Popular de China de hace un par de años, obra de la actual presidenta izquierdista, Xiomara Castro.
Cabe decir que en el “patio trasero de Estados Unidos”, el orden natural de las cosas, durante décadas, fue la colaboración con la China anticomunista de Chang Kai Chek. Y así continuó siendo hasta mucho después de que EE.UU. Cerrara su embajada en Taipéi para abrirla en Pekín. Solo en 2007, Costa Rica se atrevió, “en un ejercicio de realismo” a abrazar a la China nominalmente comunista, 36 años después de que lo hiciera la ONU.
El retorno del Kuomintang al poder en Taipéi, poco después, supuso una tregua por parte de Pekín, que incluso desalentó el cambio de lealtad de varios países. Pero desde que los “independentistas” del Partido Democrático Progresista (PDP) regresaran al poder (primero en 2016, con la presidenta Tsai Ing Wen y, sin solución de continuidad, con Lai Ching Te en 2024), Pekín ha seguido arrebatándole embajadas a Taiwán, loncha a loncha.
Cabe señalar que solo 11 miembros de pleno derecho de la ONU, que representan a menos del 0,5% de la humanidad, consideran que la China legítima es la que tiene su capital en Taipéi. La mitad de ellos son guatemaltecos.
Les acompaña el Vaticano. Sin embargo, no es el catolicismo sino el protestantismo -eminentemente el evangelismo- el mejor aliado de Taiwán. En parte porque el generalísimo Chang Kai Chek era metodista, como Sun Yat Sen, primer presidente de la República de China. Pero sobre todo, porque era un derechista de piedra picada, que convirtió su isla en epicentro del anticomunismo durante la guerra fría. Por eso, aunque Taiwán sea una democracia plena desde hace treinta años, su relación especial con América Latina se forjó varias décadas atrás, en dictadura y por motivos no siempre confesables.
Los paramilitares latinoamericanos de los años setenta y ochenta aprendían tácticas contrainsurgentes en la Escuela de las Américas -primero en Panamá y luego en Georgia (EE.UU.).?Pero el adoctrinamiento de los más ultras se dispensaba en la Escuela de Cuadros de la Liga Anticomunista Mundial, con sede en Taiwán.
Nasry Asfura, del Partido Nacional, encabeza el escrutinio, todavía provisional cuando han pasado 15 días desde las elecciones. El candidato de origen palestino recibió apoyo explícito de Donald Trump e implícito de las iglesias evangélicas
Allí, en Fu Hsing Kang, más conocida como la Academia de Guerra Política, perfeccionó su formación contrarrevolucionaria, entre muchos otros, el líder de los Escuadrones de la Muerte en El Salvador, Roberto D'Aubuisson, fundador del partido ARENA. El mismo oficial que ordenó el asesinato del arzobispo Óscar Romero, canonizado hace unos años por el papa Francisco.
Años de plomo, golpismo y Operación Cóndor. Chang Kai Chek hasta tuvo -y tiene- una avenida y un parque, con una modesta estatua, en Asunción, la capital paraguaya, dedicada por el dictador Alfredo Stroessner.
A Honduras poco le faltó, pero el marido de Xiomara Castro, el expresidnete Manuel Zelaya, antes de ser derrocado en 2009 había revelado en alguna entrevista que tenía intención de reconocer a la República Popular. Un punto más en el argumentario del golpe de estado, aunque no fuera el principal. Tuvo que ser su esposa y correligionaria quien cumpliera con dicho deseo, una década y media después, en un momento menos delicado y bajo las siglas de LIBRE.
Eso sí, Castro renunció a abrir dos frentes devolviendo también a Tel Aviv la embajada hondureña que había trasladado a Jerusalén su predecesor, Juan Orlando Hernández. El mismo que llevaba tres año y medioo encarcelado en EE.UU. Por narcotráfico, hasta que que Donald Trump lo indultó coincidiendo con las recientes elecciones hondureñas.
La injerencia de Trump, que expresó su preferencia por Asfura y su desdén por la candidata oficialista y “casi comunista”, Rixi Moncada, sacudió el final de campaña y hundió a esta última y a LIBRE. No solo por su relación con Venezuela, sino también con China, como demuestra el enfado todavía más temprano del presidente estadounidense con Panamá.
Y eso que, tal como le sucedió a Nicaragua, la respuesta de Pekín ha dejado mucho que desear a los hondureños, que antes se hartaban de vender gambas a los taiwaneses. La China continental ha empezado a abrir su inmenso mercado -no solo a sus crustáceos, sino también a su café o su tabaco- pero con resultados muy por debajo de las expectativas.
Estatua del generalísimo Chang Kai Chek en el parque de Asunción que lleva su nombre. Paraguay es uno de los países predilectos de la “diplomacia de la billetera”
Nicaragua es, por cierto, otro caso de lealtades de ida y vuelta, aunque su caso se remonte al siglo pasado. En 1985, los sandinistas apostaron, como era previsible, por descabalgar a Taiwán y reconocer a la República Popular. Pero cinco años más tarde, la conservadora Violeta Chamorro devolvió el reconocimiento a la República de China, donde se habían formado muchos somocistas.
Cuando el sandinista Daniel Ortega recuperó el poder en 2006, no se precipitó en volver a reconocer a Pekín. Lo hizo solo en 2021, cuando ya lo había hecho El Salvador, la República Dominicana y hasta Panamá. A Taiwán le queda Paraguay, naturalmente, y le queda Guatemala (ambos hacen doblete, con embajada en Taipéi y en Jerusalén), además de Belice.
Pero a las puertas de 2026, Taiwán tiene a Honduras casi en la cesta. Y Pekín ya ha advertido a Tegucigalpa sobre las consecuencias de un cambio de rumbo. Estas también recaerán sobre Taipéi. Pocos creen que el Partico Comunista de China vaya a quedarse de brazos cruzados ante el previsible revés, no en una ínsula remota, sino en una república de 11 millones de habitantes.
Como represalia se baraja el cambio de chaquetapo, en el mismo Caribe, de San Vicente y las Granadinas, donde hubo un cambio de color político en las últimas elecciones. Una compensación, reconozcámoslo, de poco peso, por lo que podría ir acompañada de un denodado esfuerzo de convicción ante el rey de Eswatini (antigua Swazilandia) que ya ha abierto las puertas a una importante multinacional china de infraestructuras.
La respuesta podría estar en la recámara y ser fulminante. Así sucedió en el caso de Nauru (el otro caso de país de ida y vuelta) que oficializó su regreso a la China Popular al día siguiente de anunciarse la victoria del “independentista” Lai Ching Te en Taiwán.
Pero eso no cerrará la partida. La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU., publicada diez días antes del “escrutinio especial” en curso en Honduras, ha rehabilitado la doctrina Monroe, con un “corolario Trump”. Negro sobre blanco, todo el “hemisferio occidental” es una “prioridad absoluta”. Algo que no parece casar con infraestructuras chinas en la bendita tierra que, a ojos de la United Fruit, era la “república bananera” por antonomasia.
