La Unión Europea ha acordado un préstamo para Ucrania utilizando deuda mancomunada, después de que el plan original que involucraba activos rusos no prosperara.

Cumbre en el Consejo Europeo

El crédito garantizado por el margen del presupuesto de la UE tendrá como última salvaguarda los fondos bloqueados.

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El líder del Consejo Europeo, António Costa, conversa con la jefa de gobierno de Dinamarca, Mette Frederiksen, durante un instante de la cumbre en Bruselas.

Geert Vanden Wijngaert / Ap-LaPresse

A pesar de las precauciones del ucraniano Volodímir Zelenski, la firmeza del alemán Friedrich Merz y las arduas gestiones del equipo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, los mandatarios europeos retornan a sus naciones para las festividades decembrinas sin haber conseguido desbloquear la estrategia de emplear los bienes rusos para otorgar un crédito a Ucrania. Tras más de dieciséis horas de deliberaciones, la UE determinó en las primeras horas de la mañana que era imposible alcanzar un acuerdo sobre un préstamo mediante los activos rusos y que era momento de ejecutar el plan alternativo. Finalmente, financiarán a Ucrania con un empréstito de 90.000 millones, pero recurriendo a deuda mancomunada respaldada por el remanente del presupuesto de la comunidad y empleando los activos como la salvaguarda final.

“Es casi una combinación de los dos modelos. Lo importante es que la necesidad urgente de financiar a Ucrania ahora está garantizada para los próximos dos años”, afirmó la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen. En sus declaraciones, los dirigentes se dedicaron a justificar el desenlace, ya que garantiza los requerimientos económicos de Ucrania para los siguientes dos años, lo cual constituía la meta primordial de este encuentro. 

La clave de las negociaciones

Hungría, Eslovaquia y la República Checa han retirado su objeción tras acordar no participar en el préstamo.

No obstante, a pesar de las declaraciones optimistas, es indudable que el desenlace también constituye un revés, dado el argumento que la Comisión Europea y la mayoría de los líderes de los Veintisiete han defendido en los últimos meses. De hecho, hasta el final, el equipo del órgano ejecutivo de la UE insistía en que no había más remedio que emplear los bienes rusos, ya que se consideraba la alternativa más ética.

Actualmente, Ucrania obtendrá este crédito de 90.000 millones de euros, libre de intereses, que los países integrantes financiarán mediante la emisión de deuda mancomunada, con la garantía del presupuesto general de la UE y, como último recurso, con el respaldo de los bienes rusos inmovilizados. El motivo es que, conforme a lo acordado esta madrugada, Kyiv no deberá reembolsar este préstamo hasta que Rusia haya abonado las indemnizaciones de guerra. Mientras tanto, dichos bienes permanecerán “inmovilizados” y la UE “se reserva el derecho de usarlos para repagar el préstamo, de acuerdo con la ley europea e internacional”. Todo esto ocurre mientras el Consejo Europeo solicita “continuar trabajando en los aspectos técnicos y legales” del préstamo, empleando de forma directa los activos rusos, una medida que, lógicamente, queda pospuesta. 

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Lo consiguieron, eso sí, asegurando a tres naciones recalcitrantes —Hungría, Eslovaquia y, recientemente, la República Checa— que quedarían exentas de este plan, que se les otorgaría un estatus legal particular y que bajo ninguna circunstancia serían responsables de estos fondos rusos. Procedieron basándose en el artículo 20 del Tratado de la UE sobre “cooperación reforzada”, el cual autoriza la creación de grupos de trabajo. Esta ha sido la estrategia fundamental para alcanzar el consenso, ya que la emisión de deuda mancomunada exigía la aprobación unánime de los Veintisiete, y representaba la única vía para conseguir la adhesión de estas tres naciones.

“Hungría está totalmente fuera de este acuerdo”, afirmó el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien es considerado el principal aliado de Vladímir Putin en Europa. “Para mí es una decisión extremadamente mala que acerca a Europa a la guerra. Parece un préstamo, pero Ucrania nunca podrá devolverlo, por lo que es dinero perdido. Hay una cláusula de exclusión voluntaria para nosotros y somos inocentes”, manifestó su desacuerdo.

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El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha declarado que no asumirá las repercusiones de este acuerdo.

NICOLAS TUCAT / AFP

La situación se aceleró tras las negociaciones a lo largo del día entre los técnicos comunitarios y los belgas para elaborar un borrador de conclusiones de la cumbre que pudiera satisfacer las peticiones de Bélgica. En particular, el primer ministro, Bart de Wever, exigía que los riesgos se compartieran por completo y que el resto de las naciones de la UE firmaran un acuerdo sin condiciones para defender y respaldar a su nación frente a cualquier posible represalia de Moscú. Sin embargo, cuando este nuevo borrador fue presentado al resto de los mandatarios, quedó claro que no existía un acuerdo para llegar a ese extremo. Tal como ha podido averiguar este periódico, una mayoría de los países no veía con buenos ojos la idea de tener que comprometerse a ofrecer estas garantías ilimitadas.

Fue en ese momento que una propuesta que había estado circulando en los últimos tiempos fue desempolvada. ¿Qué pasaría si la aprobación de Orbán y su gobierno no fuera necesaria? ¿Qué tal si simplemente se les aseguraba que no tendrían que ofrecer garantías? En última instancia, los costos de los intereses del préstamo serían cubiertos por el presupuesto de la Unión Europea. Una vez que quedó evidente que Budapest apoyaría esta iniciativa, el equipo de negociación revivió la noción de deuda compartida, que hasta ese momento había sido un tema intocable. Después de las tres de la mañana, se alcanzó un acuerdo, con Francia e Italia liderando este segundo enfoque. La líder italiana Giorgia Meloni, quien mantiene una buena relación con su contraparte húngara, supuestamente jugó un papel importante al promover esta solución.

Si bien el nacionalista flamenco Bart de Wever puede regocijarse al ser el gran vencedor de la velada, habiendo resistido la presión desde todas las direcciones, uno de los principales damnificados es, sin duda, el canciller alemán Friedrich Merz. Merz había apostado una considerable cantidad de capital político, llegando incluso a posponer un viaje a Noruega para cenar con De Wever y Von der Leyen, y se había manifestado en contra de la deuda mancomunada desde el inicio. No obstante, el conservador buscó destacar la resolución final. “Como pedí, Ucrania tendrá un préstamo sin intereses de 90.000 millones”, afirmó, argumentando que esto envía una contundente señal a Vladímir Putin de que Europa continuará respaldando a Kyiv.

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