Huele a lío en especial en Pensilvania, donde contarán votos al menos hasta el viernes y los republicanos pretenden impedir que se compute parte del voto por correo; anoche presentaron ya un recurso para cuestionar la validación de papeletas corregidas. Biden de momento ha retenido Minnesota, otro estado del Medio Oeste que Trump esperaba conquistar al calor de los disturbios tras la muerte de George Floyd en Mineapolis.
El país amaneció circunspecto. Trump empezó el día afónico con una entrevista en Fox News. Biden se fue a misa cerca de su casa en Delaware. Y como si en lugar del resultado de unas elecciones esperaran un huracán, millones de estadounidenses se encerraron ayer en sus casas después de votar en masa no solo para evitar el coronavirus sino para clavarse delante del televisor.
Declaración de intenciones
“Quiero restaurar la decencia y el honor de la Casa Blanca”, afirma el demócrata Biden
Biden, por su parte, peregrinó a Pensilvania, su estado natal y visitó el hogar de su infancia en Scranton, una ciudad obrera donde muchos demócratas desencantados se echaron a los brazos de Trump en el 2016. “De esta casa a la Casa Blanca con la gracia de Dios”, escribió con rotulador en sus paredes mientras, su candidata a vicepresidenta, la afroamericana Kamala Harris, se dejaba la poca voz que le quedaba animando a Filadelfia y Detroit a votar en masa. El voto de las ciudades es imprescindible para que los demócratas compensen el tirón que Trump sigue teniendo en las zonas más rurales y postindustriales.
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