Un Biden optimista pide paciencia mientras Trump le acusa de querer robar las elecciones

El candidato demócrata a las elecciones de Estados Unidos, Joe Biden, no tira la toalla y no concedió la victoria al presidente Donald Trump. Quedan muchas votos por contar, subrayó desde Wilmington, Delaware. “Mantened la fe, vamos a ganar”, les dijo el demócrata a sus seguidores pasada la medianoche, ya madrugada del miércoles. A esa hora, el presidente Trump, todavía atrás en el número de representantes electorales, ya se había apuntado los estados clave de Florida, Ohio o Texas, entre otros, y parecía mantener ventaja en varios estados bisagra, lo que, visto así, le daba la victoria en un cómputo total todavía ficticio. Todavía se mantenían en el aire varios estados decisivos: Pensilvania, Wisconsin, Michigan y Georgia. Como subrayó Biden, estas elecciones son especiales y hay muchos votos depositados por anticipado o por correo. “Nos va llevar un tiempo, hemos de ser pacientes. Los resultados pueden llegar esta mañana (miércoles) o pueden llevar más tiempo”, subrayó. “No hay lugar para que el presidente Trump declare la victoria. Esta decisión corresponde a los americanos y yo soy optimista con el resultado”, insistió. Al poco de dejar el escenario, Trump ya emitió un tuit en el que proclamó que los votos válidos son los que se depositan hasta que se cierran las urnas. “Quieren robar las elecciones”, afirmó, en línea con su trabajo de demolición del voto por correo durante meses. Biden ensalzó las victorias en Arizona –antes era estado republicano– y Minnesota, donde Trump pujó fuerte. Insistió que sigue la pugna en Georgia, Wisconsin y Michigan, así como en Pensilvania, donde quedan por contar votos anticipados y por correo de zonas muy demócratas, como la metrópolis de Filadelfia. “Mi abuela siempre me decía, ‘Joe, mantén la fe’, por eso tenéis que mantener la fe, vamos a ganar”, concluyó su breve comparecencia en una noche fría. Pronunció sus palabras en la convocatoria de Wilmington, su ciudad de Delaware, lugar en el que el ex vicepresidente tiene su hogar y sus cuarteles. Un ambiente raro: se dirigió a una colección de coches, que hicieron sonar los claxon, a causa de las medidas de distancia social por el coronavirus. De la fiesta de Hillary Clinton de 2016 a la de Joe Biden, a pesar del impacto del coronavirus, hubo una misma sensación de déjà-vu. En 2016, en la convocatoria del Javit Center de Manhattan, la euforia empezó alta. En Wilmington, había moderación. Como entonces, las encuestas daban la victoria al demócrata. Este 3 de noviembre, incluso las proyecciones, tras el cierre de las urnas en los estados más madrugadores, perseveraban en un alto porcentaje de victoria para Biden. A medida que salían los resultados reales, todo empezó a corregirse. La alarma empezó a sonar cuando en Florida, en el condado de Miami Dade, feudo progresista, Biden veía muy menguada su suma de sufragios respecto a los que cosechó Hillary Clinton, que acabó perdiendo. Los latinos han votado mucho más a Trump, que se llevó Florida de forma clara. La explanada del Chase Center, centro de convenciones de la ciudad de Delaware, se fue llenando de coches a pesar de que la disputa electoral se apretaba y era más que evidente que no habría una victoria arrasadora. El escenario se había complicado. Hace cuatro años, nadie habría dudado de un nuevo éxito de Trump. Ahora, el virus ha provocado una avalancha de votos que esta noche todavía no se han podido contar. El día electoral de 2020 continúa.