Víctor Manuel,que lleva 60 años escribiendo canciones y cantando:

“Sin Ana, yo estaría ‘amendigado’”

Tengo 78 años. Soy de Mieres. Soy músico. Estoy casado con Ana Belén. Tenemos dos hijos, David (49) y Marina (42), y dos nietos, Olivia (17) y León (12). ¿Política? Expectante y curioso. ¿Creencias? Me las quité con agua caliente. En mi tiempo libre me gusta perder el tiempo. (Foto: Àlex Garcia)

Solo a solas conmigo: ¡otro disco!

Si me pongo a componer ¡tengo que frenar! Me han salido 34 canciones. He grabado catorce.

¿Cuántas canciones lleva?

Seiscientas. Y he grabado cuatrocientas.

¡Eso es ser creativo!

Todo a solas. Si alguien me mira, me corto.

Es de vejiga tímida.

Soy tímido... Y estoy muy a gusto a solas conmigo mismo, la verdad.

¿Qué dice Ana Belén?

Ana me da todo el espacio que necesito.

¿Recuerda su primer beso?

Temblor, la tierra se abría bajo mis pies.

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¿Qué recuerda de su niñez?

Una pelota en un prado en cuesta. Y vestido de monaguillo, con dos alas.

Piense en papá.

Todo bondad. “Haz el bien”, decía.

Piense en mamá.

Temperamental, le preguntaron qué haría si su marido le ponía cuernos: “Le clavaba una plancha en la cabeza”.

Piense en la escuela.

Cantábamos Cara al sol . ¡Y hay batallones de bobos que dicen hoy “para qué votar”!

Piense en su primer disco.

Era 1965, con una canción mía, Ninette .

¡Oh, 60 años cantando! ¿El secreto?

Pensaba solo en cantar un poco para poder abrir una cafetería. Hoy ya sé que solo sirvo para escribir canciones.

¿Tiene método?

Una habitación en penumbra.

Y le funciona.

Con algo tan frágil he logrado que me quieran y sostener a una familia: es un milagro, estoy muy contento.

Dejadme por favor que coja aire, titula una canción de este disco.

La turra mediática sobre puteros y miserias me deprime, y me carga que cada minuto una legión de cenizos nos anuncie el fin del mundo. ¡Un respiro!

Otra canción: Bájame la luna.

Canto desde la candidez: soy ingenuo y confiado, tiendo a creerme a las personas.

¿Qué no contará nunca en una canción?

Tantas cosas... Confieso que en la muerte de John Lennon escribí un verso que nunca he cantado ni grabé: “Fue lástima que a Yoko Ono no se la llevasen por delante”.

Canta Yo nací a la sombra de un cerezo.

Sobre que cualquier tiempo pasado, por mucho que lo embellezcas, ¡no fue mejor! ¡Fue peor, seguro, segurísimo!

En otra canción le canta al amor... Y a la muerte a a vez.

Porque son las dos únicas cosas que no tienen cura, que nunca se acaban, que estarán siempre ahí, aquí: el amor resurge hasta entre ruinas, y el amor es la vida... Y la vida conlleva la muerte.

¿Piensa mucho en la muerte?

De niño vi pasar por delante de casa un cortejo fúnebre y entendí: “¡Yo moriré un día!”. Pero hoy no pienso en la muerte.

¿La salud, bien?

Muy bien. Vivir de cara al público me obliga a cuidarme. Y también me ayuda que Ana me diga: “Cuidado, que estás gordo”.

¿Se lo ha dicho hace poco?

¡Ayer! Ja, ja, no, es broma. Ahora he recordado una anécdota de María Dolores Pradera, artistaza a la que conocí...

¡Gran señora! ¿Qué pasó?

Íbamos juntos a hacernos unas fotos, ella guapísima. Se tropezó, cayó y, ya tirada en el suelo (se había roto una muñeca) dijo: “¡Ay, qué pena no haber muerto ahora, con lo bien maquillada que estoy!”.

Gracias por todo es otra canción sobre Ana Belén: ¿cuántas lleva ya para ella?

Treinta o cuarenta.

¿Qué es lo más bonito que se han dicho el uno al otro?

“Te quiero”. Nuestras vidas serían peores de no habernos conocido. Sin Ana, yo estaría amendigado . ¡Yo ni sabía atarme los cordones de los zapatos!

¿Qué supone estar sobre un escenario?

Es plenitud, ser un dios (con sus normas).

Los pájaros, dicen los ornitólogos, cantan por placer. ¿Y usted?

Pues me pasa igual que a los pájaros. Empecé sin saber, por el gusto de hacer lo que Aznavour, los franceses, los italianos...

¿Algún otro modelo?

Sí, El Presi, cantante asturiano muy popular que iba a América. ¡Qué bien cantaba! Su estilo encajaba en mi voz... Y empecé a componer y cantar desde esa idea.

Su voz no ha cambiado en sesenta años, por cierto, la oigo igual desde siempre.

Es verdad. Por cierto, El Presi lucía además un ojo de cristal. Gran personaje.

¿Cuál es su motor para levantarse de la cama cada mañana?

La cama me expulsa: me gusta hacer cosas. Y eso que de niño me colocaba un papel secante en el calcetín para no ir a clase: decían que daba fiebre... Nunca funcionó.

¿Qué le pide el cuerpo cada día?

Que me toque un poquito el sol.

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