Asumió el cargo el 1 de agosto y durante ese mes hizo de turista en Barcelona, aunque conoce bien el escenario. Vive en el barrio Gótico y lleva más de treinta años, trabajando, estudiando, asesorando y publicando sobre el fenómeno turístico. Este doctor en Geografía y profesor titular de la facultad de Turisme de la Universitat de Girona aboga por un ‘Modelo Barcelona’ consensuado con todos los agentes implicados.

Jose Antonio Donaire, ayer en la calle del Bisbe (Mané Espinosa)
Consenso
Todos hemos llegado a la conclusión que la ciudad no quiere crecer más turísticamente”
En agosto hubo la sensación que había menos turistas en Barcelona... ¿es eso una mala noticia?
En un destino urbano, las valoraciones hay que hacerlas a final de año. Y en lo que llevamos de año estamos en una situación de cierta estabilidad. Tenemos que asumir que todos juntos hemos llegado a la conclusión que la ciudad no quiere crecer más turísticamente y, por lo tanto, la valoración sobre el turismo la tendremos que hacer a partir de otros indicadores.
¿Hay que trabajar para gestionar este techo turístico o hay que plantearse un decrecimiento?
Tenemos que encontrar indicadores diferentes e incorporar variables de carácter ambiental, social, cultural... Barcelona ha llegado al límite. Creo que es una opinión compartida por el sector, por los residentes y por los propios turistas. La prosperidad turística vendrá de la manera en como gestionamos este flujo turístico. No tenemos que mirar cuántos turistas entran, no entrarán más...
¿No hay que limitarlos?
La ciudad ya ha puesto sus límites. En su momento aprobó el Pla Especial Urbanístic d’Allotjaments Turístics (PEUAT), que tendemos que revisar, y que no permite incrementar las plazas de alojamiento en el conjunto de la ciudad. Hemos llegado a un acuerdo con el puerto para pasar de siete a cinco terminales y para limitar el número de cruceros que pueden estar de forma simultánea.
¿Toca revisar el PEUAT? ¿Debe ser más restrictivo?
En cierto modo sí... El PEUAT debe mantener este principio innegociable sobre que el número de turistas tienen que ser aquel que no ponga en riesgo la calidad de vida de los residentes y, además, tenemos que plantearnos la posibilidad que incorpore criterios de sostenibilidad.
También eliminarán las licencias de los alojamientos turísticos en 2028...
Sí, pero esta medida responde al problema de la falta de vivienda.
Pero afecta a la gestión turística...
Sí, pero ya tenemos una oferta de alojamiento con capacidad para absorber al contingente de visitantes de 2029.
¿El plan para gestionar los Espacios de Gran Afluencia (EGAs) está funcionando?
Es una medida incluida en el plan estratégico que se hizo en su momento y tanto su planteamiento conceptual como su definición programática y estratégica, la veo modélica y está despertando interés internacional. Promueve intervenir ahí donde hay tensión. Establece medidas en limpieza, seguridad, movilidad... Lo novedoso es que intenta que en estos espacios la vida cotidiana forme parte del paisaje urbano.
¿Barcelona debe cerrar tiendas de souvenirs en el centro y en la zona de la Sagrada Familia? ¿Supermercados de 24 horas?
Nuestra batalla es trabajar para recuperar espacios ciudadanos. Trabajaremos de la mano de las asociaciones de comerciantes para abrir tiendas de locales.
Ahora los turistas pagan para entrar al Park Güell... ¿Hay que extender la fórmula?
El Park Güell es, obviamente, un caso de éxito. Un caso de éxito que no quiere decir que no genere tensiones y que no necesite que mejoramos su gestión. Pero la situación ha mejorado. Los ciudadanos tienen acceso libre y hemos limitado el acceso a los visitantes con una entrada que además está pautada en el tiempo y que limita el número máximo de visitantes. Y sí creo que es una práctica que se puede explorar en otros espacios de la ciudad.
¿En cuáles?
Estamos en esta fase de evaluación. Estas decisiones requieren diálogo y consenso con vecinos, asociaciones, con el sector...
¿Las medidas que afectan alojamiento hay que pactarlas con el sector hotelero?
Como mínimo tenemos que escuchar a todo el mundo. El turismo es una fuerza positiva para la ciudad, genera 150.000 puestos de trabajo, es un instrumento social, cultural y económico de la ciudad y al mismo tiempo, genera impactos, genera externalidades negativas que afectan la calidad de vida de los residentes. Y hay que escuchar.
¿Qué papel debe tener Turisme de Barcelona? ¿Hay que seguir promocionando la ciudad?
Turismo de Barcelona ha sido una herramienta muy importante y ha contribuido al éxito turístico de la ciudad, pero es verdad que estamos en un nuevo contexto y mi propuesta es trabajar para que el consorcio nos acompañe. Quiero proponer que un tercio de los turistas que vienen sean turistas culturales; un tercio, turistas profesionales y un tercio, turistas de ocio. Esto quiere decir diversificar el modelo y una apuesta ineludible por el turismo cultural.
Coincide bastante con su actual política… ¿Hay que limar más cosas?
No hay que limar. Simplemente, tenemos que coordinarnos con la promoción y con las estrategias.
Habla de un modelo 30-30-30, ¿qué porcentajes tenemos ahora?
El turismo profesional está alrededor del 18%. Pasar del 18 al 33% es difícil porque la competencia es global y ya somos una ciudad líder en este segmento. Es en el otro paquete en el que tenemos que replantear indicadores. Entendemos turista cultural, en un sentido muy amplio de la palabra, que debemos definir... El ‘This is Barcelona’ encajaría. Barcelona es una ciudad con muchas capas, es compleja, diversa... queremos que el turista la conozca.
Cuando se habla de turismo de calidad… ¿es el que gasta más dinero o es este turismo cultural?
Es un concepto que no emplearía porque es excesivamente ambiguo. Yo haría hincapié en los adjetivos del turismo sobre el que queremos incidir. E, insisto, nosotros nos interesa el turismo cultural.
¿Este ‘modelo Barcelona’ necesita un aeropuerto más grande? Usted se había mostrado contrario a la ampliación...
La ciudad necesita limitar el crecimiento y hay muchas formas de hacerlo. Hay un catálogo de acciones y el Ayuntamiento ha elegido el del alojamiento y en esto nos mantendremos firmes.
¿Pero esto es compatible con un aeropuerto con más vuelos?
Seremos persistentes en la estrategia de limitación de la oferta de alojamiento. Apuesto por un modelo Barcelona que está abierto al debate y, por lo tanto, al contraste, y que se basan en cinco ideas. La primera: la ciudad tiene que tener los turistas que no comprometan la calidad de vida de sus residentes.
¿Hay que rebajar los 15 millones anuales actuales?
Hay que encontrar consensos. Tenemos que tener los turistas que no comprometan la calidad de vida de los residentes, es un anunciado que permite escenarios futuros. Queremos hacer de Barcelona la capital del turismo sostenible… Un barcelonés gasta 97 litros de agua al día y un turista se acerca a los 400. Tenemos que consensuar un plan de reconversión con los hoteleros, hablaremos del agua, de los residuos, de los plásticos…
¿Los hoteleros tendrán que reducir en más de un 70% el consumo de agua con el impuesto turístico al máximo?
Sí. Nos convertiremos en la ciudad europea con la mejor imposición turística. Cuando lleguemos al último año de despliegue del impuesto, el turista de Barcelona tendrá la imposición más alta del conjunto de ciudades europeas. Y esto nos da recursos para que podamos gestionar y minimizar impactos.