Este es uno de los artículos inéditos que Lluís Permanyer escribió para ‘Guyana Guardian’ antes de su fallecimiento el 23 de octubre
El arquitecto Pere Falqués, pese a su categoría indiscutible como profesional y un historial distinguido por su honradez sin tacha, sufrió tenaces campañas públicas para desacreditarlo.
Fue arquitecto municipal de Barcelona, luego de haber desfilado por igual cargo en alcaldías colindantes y haber puesto en pie edificios destacables. Compaginó el cargo con la jefatura del cuerpo de bomberos.
Reorganizó el nacimiento del parque de la Ciutadella. Con ocasión de la Exposición Universal de 1888, creó los palacios de Ciencias y Agricultura. Participó en las reformas del Liceu y del Ayuntamiento. Proyectó la tenencia de alcaldía (hoy, sede del distrito del Eixample).
El gran profesional sufrió el mismo
descrédito que el modernismo por él cultivado
En su haber también constan géneros tan distintos como la Torre d’Aigües del Besòs, la iglesia de Sant Andreu del Palomar, el mercado del Clot, la Central Vilanova de Electricidad, la Central Telefónica de la calle Avinyó, la ornamentada casa de la Lactancia o la ampliación elegante del antiguo Arsenal.
Algún que otro proyecto estimuló las campañas enardecidas de los ninotaires militantes en la prensa satírica para ridiculizarlo hasta extremos difíciles de encajar. Por ejemplo, a propósito del monumento al estimado Pitarra, en lo que a la parte arquitectónica se refiere, pese a que el dedicado al alcalde Rius i Taulet no había levantado ampollas. La descalificación más rabiosa y persistente se cebó en las 32 farolas banco del paseo de Gràcia al insinuar un entramado de intereses inconfesables con el forjador Ballarín, su colaborador predilecto.
Pere Falqués, sentado entre colegas y técnicos al construir la Via Laietana
Malicio que anidaba una fobia incontenible contra el estilo modernista que le había inspirado y ya detestado como una insoportable exhibición de mal gusto.
Lo peor acaeció al calor de la construcción de la Via Laietana, al proponer construir ya los túneles del metro, anticipación de un servicio que era una incógnita futurible. Los concejales se agruparon con el fin de apearlo de sus responsabilidades. Semejante alcaldada le dolió por encima de todo lo encajado. Y el tiempo acabó por darle razón.
Para profundizar, merece ser leída la excelente monografía Pere Falqués, editada por el Ayuntamiento y Àmbit, que hace poco le dedicó el profesor universitario Joan Molet Petit.

