La ciudad que se salvó de sí misma

Diario de València

La ciudad que se salvó de sí misma
Periodista

En cada entrada en la ciudad de València, por carretera, en las estaciones de tren, en el aeropuerto y en el puerto, debería haber un cartel de grandes dimensiones con el siguiente mensaje: “Esta ciudad la salvaron de sí misma sus ciudadanos”. E impreso habría un QR, de esos que te obligan a activar con tu teléfono móvil en los restaurantes para conocer el menú, que te enlazara con una página explicativa sobre cómo los valencianos lograron, con luchas que se iniciaron a finales de los 60 y siguieron durante décadas, evitar que València acabara destrozada urbanísticamente por la voracidad constructora y por la ineptitud de algunos políticos gracias a los movimientos llamados “Salvem”. Se le contaría a ese forastero que fue un “Salvem” (aunque aún no se llamaba así) el que libró al antiguo cauce del Turia de convertirse en una M-30 (una autopista); o que el parque natural de El Saler podría haber acabado como Marina d´Or ciudad de vacaciones o que El Cabanyal estaría partido en dos y con torres emulando la playa de Benidorm.

Tramos del Jardín del Turia y al fondo la Ciudad de las Artes y las Ciencias

Tramos del Jardín del Turia y al fondo la Ciudad de las Artes y las Ciencias

Ajuntament de València

Uno de los “Salvem” que más impacto tuvo fue el que se organizó para que la ampliación del Jardí Botànic no sucumbiera a la presión para la construcción de un hotel o similares. “Salvem el Botànic”, para liberar para la ciudadanía el antiguo solar de los Jesuitas, supuso un cambio de paradigma, una lucha titánica contra el poder político (uno de los motivos de la dimisión del exalcalde Ricard Pérez Casado, el único que tuvo un proyecto de ciudad, fue su posición contraria a la construcción de ese hotel) y un símbolo de resistencia a la fiebre del ladrillo de los años 80. Por eso es una excelente noticia que María José Catalá haya iniciado las obras del jardín que se denominará “Trini Simó”.

Los valencianos supieron, en tiempos remotos, salvar su ciudad, la misma que logró hitos urbanísticos como el Jardín del Turia, el Parque Natural de El Saler, el barrio de El Cabanyal y ahora el Jardí de Trini Simó. Pero no parece que ahora esa misma València esté reaccionando ante la fuerte despersonalización y gentrificación, con éxodo de valencianos, que provoca el turismo de masas y la llegada de miles de profesionales atraídos por una urbe que está de moda en el mundo. Los síntomas del problema, convertido ya en patología en otras como Barcelona, Ámsterdam, Venecia o Lisboa, son cada vez más evidentes, sin que las administraciones, de ningún lado, hayan encontrado la manera de evitar que se pueda morir de éxito. Tal vez porque no se tiene claro quién es el culpable, ni quién gana o pierde con una nueva realidad que parece imparable.

“Con los Salvem existía una conciencia colectiva del riesgo de que el ladrillo y el asfalto destrozaran València. ¿Existe esa misma conciencia ahora?”

Los “Salvem” nacieron para salvar a València de sí misma y de aquellos valencianos que deseaban modularla a beneficio de parte. Existía una conciencia colectiva del riesgo de que el ladrillo y el asfalto destrozaran la ciudad. ¿Existe esa misma conciencia ahora?

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