Tu historia
Españoles en el extranjero
En La Vanguardia queremos contar tu experiencia en otros países. ¿Te has mudado fuera de España porque tu trabajo está mejor valorado en el extranjero? ¿Has cruzado las fronteras por amor? Si has cambiado de vida lejos de casa, escríbenos a [email protected]
Irse al extranjero puede ser una de las decisiones más enriquecedoras de la vida. Abre puertas, amplía horizontes y ofrece oportunidades que transforman tanto en lo personal como en lo profesional. Pero ese salto también tiene un precio: estar lejos de la familia y las personas que queremos.
Cuando Ana Ruiz de la Fuente hizo las maletas rumbo a Alemania, apenas tenía 18 años y la ilusión intacta de quien empieza de cero. Los años fuera la cambiaron: durante los siete años que vivió en el país ganó independencia, madurez y un dominio absoluto del alemán. Hoy, tras haber construido una vida lejos de sus amigos y familiares, reflexiona sobre lo que aprendió en su experiencia y sobre las razones que la llevaron, finalmente, a regresar a España.
Ana Ruiz de la Fuente vivió siete años en Alemania
¿Cómo decidió que quería irse a vivir fuera?
Toda mi vida fui al Colegio Alemán de Tenerife. A los 18 años me saqué el Abitur, lo que sería la Selectividad alemana. Durante toda mi adolescencia mantuve la idea de que quería ir a la universidad en Alemania. Era una niña muy independiente, muy curiosa y con ganas de comerme el mundo. Y eso mismo hice: el verano de mis 18 me lo pasé mandando solicitudes, hablando con residencias y organizando mi nueva vida. Finalmente, conseguí plaza en Köln (Colonia) para estudiar Traducción e Interpretación.
Durante toda mi adolescencia mantuve la idea de que quería ir a la universidad en Alemania. Era una niña muy independiente y curiosa
¿Recibió algún apoyo al principio de su experiencia en el extranjero?
Me fui con tres maletas y mi padre, que estuvo una semana ayudándome a instalarme en la residencia de estudiantes. Cuando se fue, pasé a ser una persona cuyo familiar más cercano vivía oficialmente a 6.000 kilómetros de distancia. Mis padres me pagaban el alquiler y los vuelos a casa. El resto lo pagaba con mi dinero.
Ana Ruiz de la Fuente vivió siete años en Alemania
¿Qué fue lo más duro de vivir en Alemania?
El primer año fue el más duro, sobre todo por el hecho de estar lejos de mi familia. Hubo muchas ocasiones en las que pensé en dejarlo todo y volver. Pero cambiar a una universidad española no me convencía mucho. Aun así, el cambio cultural, el clima y el pasar de vivir con mis padres a hacerlo con desconocidos y lejos de mi familia fue lo más difícil. Tampoco podía contar con amistades de España, porque o bien estaban en Alemania haciendo Erasmus por un periodo breve de tiempo, o bien eran personas que habían acabado de estudiar y habían ido a la ciudad a trabajar. Al final hice un grupo de amigas alemanas en la carrera que me hizo sentir como en casa.
El cambio cultural, el clima y el pasar de vivir con mis padres a hacerlo con desconocidos y lejos de mi familia fue lo más difícil
¿Era costosa la vida en Alemania?
Pagaba 211 € por una habitación grande en un piso compartido y 600 € anuales de matrícula que incluían el transporte público. Estudiar en la península me habría salido más caro.
¿Qué diferencias encontró entre estudiar en ambos países?
Yo estudiaba Traducción e Interpretación, y en las universidades españolas el nivel de alemán exigido en esta carrera es un B1, cuando yo ya contaba con un C2. En Alemania, además, se da mucha importancia a que los estudiantes trabajen mientras estudian, y se les ofrece gran flexibilidad en los horarios de clase para ello.
¿En qué trabajó durante su estancia en Alemania?
Combiné muchos trabajos con mis estudios: teleoperadora, empleada en una aseguradora internacional, en ferias y como traductora. Ganaba unos 600-800 € al mes, trabajando unas 15 horas a la semana. Viajaba muchísimo con el dinero que ahorraba de mis trabajos. Hice un Erasmus en Brighton, me fui de mochilera a Tailandia y viajé por Holanda, Bélgica y Alemania.
Ana Ruiz de la Fuente vivió siete años en Alemania
¿Tenía intención de quedarse a trabajar allí tras finalizar la carrera?
Cuando finalicé la carrera (2021), volví a plantearme qué hacer. Los másteres en España costaban miles y miles de euros, mientras que en Alemania costaban lo mismo que el grado: 600 € anuales con transporte público incluido. Así que decidí quedarme en la misma universidad donde había hecho la carrera y cursar el máster en Traducción Especializada. Pasé a trabajar 20 horas semanales traduciendo contenidos de una tienda online. Cuando se acercaba el final del máster, en 2024, mi empresa me ofreció un puesto de trabajo fijo con un sueldo de 2.200 € netos al mes. Les dije que no.
¿Por qué tomó esa decisión?
Quería volver a España. Llevaba siete años y medio viviendo en un país extranjero, pero más que el tiempo, lo que pesaba era haber pasado allí toda mi vida “adulta”. Había perdido el contacto con la mayoría de mis amigos en España; todos mis amigos eran alemanes, y mi nivel y acento habían mejorado tanto que la gente ya no me percibía como extranjera, sino como una de ellos.
En Alemania se da mucha importancia a que los estudiantes trabajen mientras estudian, y se les ofrece gran flexibilidad en los horarios
Sentía que me alejaba cada vez más de mi tierra, de mi casa. Durante el tiempo que estuve fuera, mi hermana tuvo dos hijos, y eso también fue un motivo importante para querer volver: no quería ser la tía de la que ni siquiera sabían el nombre, quería estar presente. Y mis padres también se hacen mayores.
La idea de tener solo un mes de vacaciones al año y tener que dividirlo entre descansar, viajar —una de mis grandes pasiones— y visitar a mi familia me resultaba horrible. A eso se sumaba que los vuelos Alemania-Tenerife eran cada vez más caros: llegué a pagar entre 300 y 400 € por volver. No merecía la pena ganar más dinero si iba a tener que gastármelo solo en regresar a casa.
¿Se arrepiente de haber vuelto?
La gente me dice: “Guau, ¿por qué has vuelto? Si en Alemania se vive tan bien…”. Pero eso ya no es verdad. En Alemania quizá se vive muy bien si eres ingeniero o tienes un título de ciencias, pero con una carrera como la mía, de traducción, sí, cobras un poco más, pero el coste de vida es mucho más alto. Cada vez más, de hecho, mucha gente sigue compartiendo piso.
Es cierto que podría haber vivido sola —no es que no pudiera—, pero sinceramente, no creo que merezca la pena. Ya no es como antes, eso de “me voy a Alemania a trabajar, ahorro muchísimo y luego me compro una casa en España”. Eso, por ejemplo, yo no lo habría podido hacer. ¿Podría haber ahorrado más? Sí, pero no tanto como la gente se imagina.
¿Le resultó difícil encontrar trabajo al regresar?
No mucho, aunque reconozco que no es lo habitual. Busqué trabajo desde Alemania y encontré uno en Valencia. Tengo un trabajo híbrido que me permite pasar algunas semanas al año trabajando desde allí. Aún no me siento preparada para volver a Tenerife: me encantan las ciudades grandes, moverme fácilmente a otros países. Además, en Tenerife no hay tanto trabajo especializado como el mío. Encontrar trabajo 100 % remoto no es nada fácil. Tendría que cambiar de industria o sector, y aún no estoy muy segura de en qué dirección quiero ir.
Tras volver a España, todavía no me acostumbro a cenar tarde o a los horarios de las discotecas
¿Le ha costado adaptarse nuevamente al estilo de vida en España?
Recuerdo que al principio me sentía un poco perdida. Cuando quedaba con la gente, no sabía muy bien de qué íbamos a hablar o qué temas saldrían. Toda esa parte social, esa forma de relacionarse, me resultaba extraña. Además, yo vengo de Canarias, donde la forma de ser es algo diferente a la de la península, así que el “shock” fue doble.
Y a día de hoy todavía hay muchas cosas que me cuestan. Lo de cenar tan tarde, por ejemplo, no puedo con eso. Y a los horarios de las discotecas tampoco me acostumbro. Hay muchas cosas que echo de menos de Alemania.
¿Cómo ha vivido el regreso desde el punto de vista emocional?
Ha sido, y está siendo, un proceso complejo. Realmente llegué a sentirme en casa allí, y realmente lo fue durante casi ocho años. He llegado incluso a plantearme sacarme la nacionalidad alemana. Pero también he reconectado con mi lado español, que era lo que yo quería.
A veces me sorprendo a mí misma pensando si no habría sido todo más fácil quedándome en España. Es algo que nunca sabré. Pero lo que sí sé es que Alemania me dio muchísimas oportunidades y me hizo más fuerte, más resiliente, más capaz y la persona que soy hoy. Es algo que siempre agradeceré.




