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Cristina Rúbies, 28 años, catalana viviendo en Zúrich: “Los domingos son sagrados y está prohibido poner lavadoras, pasar la aspiradora y tirar de la cadena”

Vivir en el extranjero

“Si vives en Suiza es mucho más fácil encontrar trabajo porque te conviertes en una posibilidad resal”, cuenta Cristina en una entrevista para Guayana Guardian

Cristina Rúbies. 

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Hay un país que ha llamado la atención de miles de extranjeros por su alta calidad de vida, además de su capacidad de ahorro: Suiza, situado en el corazón de Europa. Elegida varias veces como uno de los mejores países del mundo, destacando además por su seguridad, hace que cada vez más personas decidan mudarse ahí, ya sea para una experiencia temporal o para vivir.

En una entrevista para Guayana Guardian, Cristina Rubíes, quien lleva cuatro años viviendo en Zúrich, afirma: “Viajar y vivir en otras culturas es algo que mis padres nos inculcaron desde pequeñas a mí y a mis hermanas”. Actualmente, aparte de su trabajo de oficina, Cristina creó una comunidad donde los extranjeros pueden conocer a más extranjeros en su misma situación. 

Cristina Rúbies. 

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¿Por qué escogiste Suiza para vivir?

Me mudé con mi ex pareja austríaca. Habíamos terminado el máster en Noruega y queríamos empezar nuestra carrera profesional juntos, pero no nos parecía justo ir ni a España ni a Suecia, porque uno de los dos tendría ventaja respecto al otro: familia, contactos, idioma... Así que decidimos buscar un país neutral y Suiza nos pareció un buen punto medio porque tiene buenas oportunidades laborales, buenos sueldos y geográficamente está cerca de ambos hogares. 

¿Llegaste con un trabajo?

No. La idea era que el primero de nosotros que encontrara trabajo marcaría el momento en que nos mudáramos mientras ese sueldo mantenía a los dos, ya que con un sueldo suizo puedes mantener a dos personas. Sin embargo, cuando llegué a Zúrich, todo cambió. Al tener la dirección suiza, la cuenta bancaria, el número local +41... Cambia cómo te perciben las empresas. Allí reciben currículums de todo el mundo y realmente la competencia es muy alta. Por eso si ven que vives aquí, te conviertes en una posibilidad real. Y, en un mes y medio, ya tenía trabajo en marketing digital. 

En los domingos está prohibido poner la lavadora o pasar la aspiradora

Cristina Rúbies28 años

¿Cuál fue el mayor choque cultural que te encontraste al mudarte?

El idioma, el suizo-alemán, es diferente al alemán de Alemania. Técnicamente, es un dialecto, pero ellos te dicen: “No, no, es otra lengua”. Y realmente se siente como otra lengua, porque aunque estudies alemán no entiendes nada, y eso es frustrante porque avanzas muy lentamente. Sobre esto, hay mucha gente vendiendo una imagen irreal de Suiza; que llegas, encuentras trabajo fácilmente y tienes un muy buen salario... Pero es mucho más difícil, hay mucha competitividad laboral, encontrar piso también es difícil y además necesitas una serie de permisos. Hay un 'boom' de gente que idealiza Suiza, pero no hablan de sus desventajas.

También hay algo que me llamó mucho la atención y es el “el domingo tranquilo”. Básicamente consiste en que los domingos no puedes hacer ningún ruido. Para ellos ese día es sagrado y de descanso. Está prohibido poner la lavadora, pasar la aspiradora, montar muebles, hacer bricolaje, e incluso, aunque esta es extrema y nadie lo hace, puedes llamar a la policía si alguien tira de la cadena. En general, no puedes hacer nada que genere ruido. En cambio, en Cataluña, los domingos hay vida en la calle y eso al principio me chocaba un poco.

Es un país seguro, con buenos sueldos, con mucha estabilidad y si además aprendes a gestionar tus gastos, puedes tener una vida tranquila y muy agradable

Cristina Rúbies Zurich

¿Cómo describirías la mentalidad suiza en comparación con la catalana o la española?

En Suiza hay mucha cultura del gasto y darle una segunda vida a los objetos. Es decir, los suizos gastan sin problema. Si sale el nuevo iPhone, se lo compran aunque el suyo tenga uno o dos años. Cambian los muebles porque han dejado de gustarles los que tenían. Compran material de esquí nuevo cada año si sale una versión mejor. A la vez, cuando dejan de usar algo, lo dejan en la calle con un cartel que pone “gratis” para que cualquiera se lo lleve. Allí eso es supernormal y me parece precioso. Es una mezcla entre consumismo y generosidad. En cambio, en España, esto no pasa, siempre intentamos sacarle el máximo provecho de las cosas y si las podemos vender para sacar algún beneficio para recuperar el dinero, lo hacemos.

Suiza tiene fama de ser cara… ¿Realmente lo es?

Es muy cara. Se gana bien, pero el coste de vida es altísimo. Por ejemplo, yo vivo en un piso compartido y mi habitación cuesta 1.300 francos. Salir a restaurantes o de fiesta es muy caro. Si un día salgo más de la cuenta, lo noto muchísimo porque se me dispara el gasto. 

Yo puedo vivir bien porque controlo esos gastos, porque sé que ahí es donde se va el dinero de verdad. Si no me organizara, se me comería el sueldo. Pero creo que, cuando te gestionas bien, la calidad de vida lo compensa.

¿Cómo empezaste a organizar eventos para los extranjeros?

Un día hacía sol y dije: “Vamos a hacer un pícnic este sábado”, Así que lo anuncié en redes y pensé “a ver si viene alguien”. Y se presentaron 50 personas. Allí me di cuenta de que la gente necesitaba un espacio para conocer gente, pero nadie lo estaba organizando. A partir de allí, empecé a buscar sponsors que nos dieran comida, bebida y así poco a poco la comunidad fue creciendo. Ahora mismo organizo un evento cada mes, ya que lo combino con mi trabajo a jornada completa. 

Cristina Rubíes organizando un evento para extranjeros en Zúrich. 

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¿Qué es lo más gratificante de ayudar a otros a integrarse?

Recuerdo que en un evento conocí a dos grupos de amigos que se conocieron gracias a estos eventos. Me quedé en shock. Es una sensación muy bonita que siento cada vez que alguien me dice que sus mejores amigos los conoció gracias a mí. Luego, vuelvo a casa con una resaca emocional enorme. Es muy emocionante. 

¿Qué echas menos de Barcelona?

Sobre todo a mi familia y mis amigos. De hecho, lo sigo llevando mal, incluso después de tantos años viviendo fuera. También echo de menos el clima cálido de Barcelona. En cuanto a comida, en Suiza tienes queso y chocolate, pero en general, no hay una cultura gastronómica fuerte. Y también echo de menos el terraceo. En Barcelona nos sentamos en una terraza con 15 grados y tan felices; allí la gente no sale hasta que hay más de 21-23 grados. En Zúrich, durante el invierno no ves a nadie, luego en primavera todo el mundo aparece de golpe.

 ¿Hay algo que te aporta Zúrich que Barcelona no te daba?

Zúrich me da una vida profesional buenísima. Tengo mis amigos allí, me encanta la naturaleza y la seguridad. Me gusta y estoy tranquila, pero sé que en cinco horas puedo estar en Barcelona si lo necesito. Y, si quisiera, podría venir todos los fines de semana. 

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