A sus 64 años, Domingo Jarque Ferrer encara la recta final de su vida laboral. Trabaja como conserje desde hace una década en una finca tranquila del barrio de Sarrià, en Barcelona. Allí lo conocen todos: saluda a los vecinos, mantiene el edificio en orden y aporta esa cercanía cotidiana que hace más amable la vida en comunidad. “Mi día a día es tranquilo. Trabajo en una buena portería”, resume con una sonrisa tímida. Mientras habla con Guyana Guardian, saluda con una sonrisa a una familia “de toda la vida” que entra al edificio.
Pero la historia de Jarque no siempre ha sido así. Antes de llegar a este trabajo, ejerció de paleta durante 15 años seguidos, en una época en la que el sector de la construcción absorbía mano de obra de forma constante. Todo cambió con la crisis del 2010, que dejó a miles de trabajadores del ladrillo sin ocupación. Él fue uno de ellos. “Estuve dos años parado. No cobraba ni el paro ni nada. Había que buscar otra opción”, recuerda. Un artículo de análisis del ajuste salarial en España durante la crisis señala que el empleo en la construcción se redujo alrededor de un 65% respecto a 2008.
Para Jarque, la oportunidad surgió casi por casualidad. Su hermana conocía a un hombre que trabajaba como conserje en la finca en la que está él ahora. Tarde o temprano necesitarían a otra persona y, él, que no tenía más opciones laborales y llevaba mucho tiempo en busca de un puesto de trabajo, decidió probar suerte.
Creo que el sistema está mal repartido. Me queda un año para llegar al tope y aun así me van a dar una miseria
“Vine aquí, me cogieron y ya me quedé”. Diez años después, sigue hablando de lo agradecido que está a aquella oportunidad que se le brindó cuando más lo necesitaba. “Era una puerta que se abrió para mí en el momento exacto”.
Jubilación
A Jarque Ferrer, le queda un año para jubilarse, tal como dice él, “si no ocurre ningún imprevisto”. Sus planes de futuro son claros, cuando acabe este año, llegará ese momento que espera con tanto anhelo. Aunque afronta ese momento con ganas, después de tantos años trabajando, la tranquilidad que debería acompañar ese paso no termina de llegar. Las dudas aparecen y el miedo a enfrentar esta etapa se siente cada vez más real. El motivo: la pensión que le quedará después de casi cuatro décadas cotizadas. “Creo que el sistema está mal repartido. Me queda un año para llegar al tope y aun así me van a dar una miseria”, lamenta.
Yo voy a cobrar casi lo mismo que uno que ha cotizado muy poco. No lo veo justo
Jubilación
“Yo voy a cobrar casi lo mismo que uno que ha cotizado muy poco. No lo veo justo”, afirma con firmeza. El ejemplo más cercano lo tiene en casa: “Mi mujer tiene 15 años cotizados, y a lo mejor cobra 100 euros menos que lo que yo cobraré”.
A su situación se suma otro factor que afecta a miles de trabajadores del sector servicios: la jornada parcial. Según informes oficiales del SEPE, en el segundo trimestre de 2025, miles de personas trabajan a tiempo parcial en España. Estas representan el 14,1% del total de ocupados, con una presencia destacada en el sector servicios, donde se concentra el 76,5% de la población ocupada.
El conserje trabaja 5 horas diarias, algo que repercute directamente en su base reguladora. “Esto me perjudica. No es lo mismo trabajar 5 horas que 8”, explica. Mientras, un compañero suyo de portería que trabaja a jornada completa se jubilará con una pensión estimada de 1.600 euros, frente a los aproximadamente 1.100 que prevé recibir Jarque.
Más allá de su caso, Jarque analiza con inquietud el futuro laboral de las nuevas generaciones. Habla de su hija, de 32 años, que apenas ha cotizado un solo año. Como ella, muchísimos jóvenes encadenan trabajos temporales, parciales o mal pagados, sin lograr acumular estabilidad contributiva. “¿Quién trabaja ahora?”, se pregunta. “La gente joven no va a llegar. Yo creo que tendrían que hacer una reforma”.
Mientras tanto, Domingo Jarque sigue cada día en su portería, hablando con los vecinos y cumpliendo con su trabajo con la misma dedicación de siempre. Le queda un año para descansar. Un año para cerrar una vida laboral marcada por esfuerzo, incertidumbre y resiliencia.




