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Ana González, autónoma: “Mi cafetería tiene 40 años y que crean que es nueva demuestra cómo las cadenas eclipsan al comercio de toda la vida”

Autónomos

A día de hoy mantiene en pie la cafetería que fundaron sus padres hace cuarenta años en Cornellà de Llobregat, en la calle Joan Maragall número 7: “Es mi pasión”

Ana González

Ana González

Cedida

Reinventarse no es opcional, y Ana González lo sabe de primera mano. A día de hoy mantiene en pie la cafetería que fundaron sus padres hace cuarenta años en Cornellà de Llobregat, en la calle Joan Maragall número 7. Aunque La Llesca 1986 ” ya no luce como antaño”, González conserva intacta su pasión, lo que mantiene viva la esencia del local.

“Desde pequeña venía a ayudar a mis padres en lo que hiciera falta; la paga me la ganaba aquí. Por las tardes venía una horita, barría, limpiaba y, si había algún cliente, lo atendía mientras mi padre hacía caja”, cuenta en una entrevista para Guyana Guardian. Ana siempre tuvo claro que se quedaría con el negocio y que lo sacaría adelante. En esta entrevista, desvela los retos y desafíos que ha supuesto este camino y a los que, a día de hoy, sigue teniendo que hacer frente.

¿Qué le hizo seguir adelante cuando su padre le advertía de las dificultades del negocio?

Yo tenía muy claro que iba a funcionar. Lo sabía con total seguridad porque llevamos toda la vida aquí, tenemos un buen producto y ofrecemos un buen servicio. La gente nos conoce desde siempre y, además, el local quedó muy bonito tras la reforma: está todo nuevo y hecho con cariño y con gusto. Si finalmente no funcionaba, pues no pasaba nada: se cerraba y ya está. Pero tenía esa convicción. 

Además, no me veo trabajando en otra cosa. Esto es mi pasión, absolutamente. Es un negocio en el que he ido mejorando de forma constante, año tras año, incluso mes a mes. Porque si no te renuevas, te mueres. Cada vez hay más competencia y el cliente ya no es tan fiel como antes. Antes fidelizar era mucho más fácil; ahora la gente no se “casa” con un sitio, le cuesta más comprometerse.

Pasta de la cafetería de Ana González
Pasta de la cafetería de Ana GonzálezCedida

¿Siente que tiene que luchar constantemente contra las cadenas? ¿Cómo vive esa competencia?

Absolutamente. Sí, hay que luchar, y mucho. Al final, ellos juegan con ventaja. Para empezar, suelen tener ubicaciones muy buenas y, además, no sé cómo lo hacen, pero la decoración y el diseño de sus locales están pensados al milímetro para captar la atención del cliente. Sin darte cuenta, primero miras la cadena y después, quizá, reparas en el pequeño comercio. Supongo que detrás tienen grandes equipos que lo estudian todo al detalle: desde cómo debe ser la reforma hasta dónde colocar una planta para que resulte atractiva a cualquier persona. 

No puedes parar nunca, porque en el momento en que te acomodas y siempre ofreces lo mismo, la gente se cansa

Ana González

Dueña de una cafetería

Nosotros llevamos aquí 40 años, que se dice pronto. Y aun así, hay gente de Cornellà que me pregunta si hemos abierto hace poco. Me pasa más de lo que podría imaginar y me deja alucinada. Evidentemente, nos conoce mucha gente, 40 años son muchos años, pero que alguien piense que es un negocio nuevo te hace ver hasta qué punto las cadenas consiguen eclipsar al comercio de toda la vida. Es muy fuerte.

¿Cómo decide qué productos ofrecer en su cafetería?

Es observar mucho e inspirarte constantemente. Miro muchísimo Instagram y TikTok, sobre todo cafeterías y panaderías que me gustan y que tienen buen producto. Ves tendencias, pruebas, cosas nuevas y, a la vez, vas escuchando al cliente: qué le gusta, qué tipo de clientela tienes, si es más joven o no tanto. Por ejemplo, cuando hubo el boom de las crumble cookies, me lancé de lleno. Las introduje con muchísima fuerza y funcionaron muy bien, pero solo durante un tiempo. Luego la moda baja. 

Tengo mucha clientela fiel, de toda la vida, aunque también es verdad que la clientela se va renovando bastante

Ana González

Dueña de una cafetería

Lo mismo pasó con los muffins: durante una época estuvieron muy de moda y aposté fuerte por ellos. Al final va mucho por modas, pero también por intuición y por servicio. Se trata de intentar salirte de lo que ofrece la competencia y hacer un producto lo más artesano posible. Para mí eso es clave: buen producto, calidad, y estar en constante renovación. No puedes parar nunca, porque en el momento en que te acomodas y siempre ofreces lo mismo, la gente se cansa. Además, hay productos que el propio cliente te acaba pidiendo.

¿Cómo es gestionar un negocio en Cornellà?

No es fácil, pero tampoco imposible. Tengo mucha clientela fiel, de toda la vida, aunque también es verdad que la clientela se va renovando bastante. A lo mejor tienes clientes muy habituales durante cuatro años y, de repente, cambian sus circunstancias laborales: dejan de trabajar en Cornellà o en el barrio y, claro, los acabas perdiendo. Aun así, combino esa clientela fija con clientes nuevos prácticamente cada día. Estoy al lado de la Renfe y del metro, en una zona muy de paso. 

Se puede vivir de esto si realmente te gusta, tienes pasión y estás dispuesto a esforzarte mucho

Ana González

Dueña de una cafetería

Hay mucho movimiento: gente que viene a hacer una gestión, entra, prueba, y a lo mejor no vuelve hasta que tiene que pasar otra vez por la zona. Pero cuando vuelven, ya te conocen. Si el producto es bueno y la atención también, la gente repite. Aunque sea de forma puntual, vuelven porque saben que les queda de camino y porque la experiencia ha sido buena.

¿Cómo organizan los horarios y la distribución del trabajo en la cafetería?

Normalmente somos dos personas. Abrimos de seis de la mañana a seis de la tarde. Yo suelo estar a media mañana, aproximadamente entre las diez y las dos, aunque depende del día. La chica que trabaja conmigo hace cuarenta horas semanales y suele cubrir sobre todo las mañanas, que es cuando tengo el pico más fuerte de trabajo. Por la tarde la faena baja bastante y no compensa tanto, por eso concentro el horario de seis a seis y refuerzo especialmente la franja de la mañana.

La Llesca 1986
La Llesca 1986Cedida

¿Hoy en día es posible ganarse la vida con una cafetería? ¿Qué sacrificios implica?

Sí, se puede vivir, pero no es fácil. Se puede si realmente te gusta, si tienes pasión y si estás dispuesto a esforzarte mucho. Porque no son solo las horas de trabajo de cara al público, que ya son muchas, sino todo el trabajo que hay detrás. Yo, por ejemplo, cuando miro mi Instagram, mi lupa está llena únicamente de repostería. Todo lo que veo son recetas, ideas, vídeos de cafeterías y panaderías. Es casi una obsesión, pero una obsesión buena, porque me gusta. No paro de buscar recetas nuevas, de pensar cómo mejorar, de probar cosas distintas y de intentar innovar constantemente. No es solo trabajar aquí, es vivir el negocio, incluso cuando no estás físicamente en él.

En una cadena no creo que te reciban preguntándote por tu familia, por tu perro o recordando que te ibas al pueblo

Ana González

Dueña de una cafetería

¿Qué parte de su trabajo considera que pasa más desapercibida?

El esfuerzo. Totalmente. El esfuerzo y todo lo que hay detrás. El cliente entra, ve la vitrina llena y piensa que todo está ahí sin más, pero no ve las horas previas: las horas de mirar vídeos, de probar recetas, de venir antes para elaborar, de equivocarte, de repetir, de ajustar cantidades, sabores, tiempos. Todo ese trabajo no se ve. No se ve el cansancio ni la dedicación constante que requiere mantener el nivel y no bajar la guardia.

¿Qué cree que perdería el barrio si desaparecieran los negocios como el suyo y solo quedaran las grandes cadenas?

Humanidad. Sin duda, se perdería humanidad. Y también un trato totalmente familiar y cercano. En una cadena no creo que te reciban preguntándote por tu familia, por tu perro o recordando que te ibas al pueblo o que tenías una visita en casa de tu hermano porque lo comentaste otro día. Ese tipo de relación con el cliente se perdería absolutamente. Y eso es lo que aportamos los pequeños comercios: cercanía, memoria, trato humano. Si todo eso desaparece y solo quedan cadenas, los barrios pierden alma.

Judit González Pernías

Judit González Pernías

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Licenciada en Periodismo por la Universidad Internacional de Catalunya, con experiencia en SEO, y actualmente redactora de audiencias en Guyana Guardian. En mi tiempo libre creo contenido en redes sobre tendencias.

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