Charles Darwin reflexionó hace siglos sobre una peculiaridad de la raza humana en su gran obra El origen del hombre (1871). Citando al filósofo Herbert Spencer, hablaba de las experiencias de utilidad y como la transmisión de generación en generación creaban en cada persona ciertas intuiciones y emociones, buenas o malas, “que no tienen ninguna base aparente” en las experiencias individuales de la utilidad.
Un tema, la transmisión transgeneracional, que lleva en el ser humano desde el mismo origen. Repetimos patrones, traumas y presiones sin darnos apenas cuenta; creando todo tipo de problemas emocionales durante el desarrollo de la propia identidad.

Los más duros con nosotros somos nosotros mismos.
Sobre esto reflexiona el psicólogo mexicano Mario Guerra en una interesante charla con el escritor Sebastian Struck en el podcast Maestría Emocional, en la que tratan de dar respuesta a por qué nuestra “voz interior” muchas veces no es “nuestra”, sino de nuestros padres o incluso de anteriores generaciones. Voces que reflejan antiguos traumas, complejos y prejuicios que se han heredado sin quererlos, pero que cuestan mucho desaprender.
“Cada uno piensa en esas voces como algo que nos castigaron o humillaron, pero pocas veces pensamos en ellas como las que nos pusieron estándares que debíamos alcanzar”, comienza explicando el psicólogo. “Alguien puede pensar que es muy motivador decirle a un hijo: ‘Tú puedes con todo’, ‘eres maravilloso’, ‘eres el más listo’ o ‘él más guapo’. Pero, ¿y si no se siente así? ¿Y si se equivoca? ¿Puede sentir que falla a sus padres y sentirse defectuoso?”.

Mario Guerra habla con Sebastian Struck sobre cóm cambiar nuestro diálogo interno.
Guerra continúa explicando que este tipo de “motivaciones” moldean a la persona desde la más tierna infancia, para lo bueno y lo malo. “Cuando fracasamos, podemos ser muy duros con nosotros”, explica. “Solo hay que pensar en cómo nos hablamos a nosotros mismos cuando fallamos en algo”.
Esas creencias son inconscientes, no siempre recordamos la voz de nuestros padres. “Nos damos cuenta, sobre todo, cuando pasa algo. Un bache en el camino. Las voces se disparan en la adversidad. No es tan fácil. Dudamos de nuestras capacidades”, explica.
Las voces heredadas, no obstante, se pueden identificar. “Generalmente, nuestra propia voz, la que es nuestra, la más auténtica, no es la que te ordena, te limita, te juzga o te critica. No es una voz que te ordena. Una voz heredada te pone estándares de ‘tú deberías’, ‘tú tienes qué’, ‘para tu edad’. Son voces que te dicen lo que tienes que hacer, te condicionan, empujan e impiden”, explica Guerra.
Mario Guerra: “Los padres tienen buenas intenciones, pero acaban dejando en sus hijos estas voces”
Para el psicólogo, la auténtica voz está en el interior de la persona y es imperante que salga. “Es más amorosa. Es como un buen amigo”, dice. “Te abren posibilidades, no te obligan ni te impiden. Las voces heredadas nunca se van a callar, lo que tenemos que darnos cuenta es que son eso, son voces, no son descripciones de la realidad”, insiste.

Mario Guerra habla con Sebastian Struck sobre cóm cambiar nuestro diálogo interno.
Hay que “desaprender” lo aprendido. Muchas veces hablamos en boca de nuestros antepasados, sin base alguna. Ellos tenían complejos con su cuerpo, ellos se consideraban menos inteligentes, ellos se sentían incapaces de conseguir sus logros. “Se cuida mucho el vínculo. Nuestros padres esperan mucho de nosotros. A lo mejor nunca lo dijeron, pero así se percibe”.
El experto aconseja que nuestro yo real es quien debe florecer, y ese es el verdadero trabajo. “Nuestra auténtica voz tiene que sonar más, porque las otras voces no se van a callar; es como una banda sonora que tenemos en la cabeza”, explica.
“Asumir que no seremos la joya de la corona, pero tampoco la última brasa del infierno. A veces saldrán las cosas como queremos, pero a veces, no. A veces dejaremos de hacer cosas y nos pondremos a ver una serie, sin remordimiento, porque si nos castigamos, las voces habrán ganado de nuevo”, insiste. “Tenemos que ser nosotros mismos y poder sentirnos a gusto es en nuestra propia piel, sabiendo que hay personas que no les va a gustar”.
.