Si el cerebro fuera un ordenador, la ansiedad sería ese molesto programa en segundo plano que consume toda la memoria y deja al sistema bloqueado. Pero lo curioso es que, a diferencia de un virus informático, aquí el problema no viene de fuera, sino de dentro. Es la propia mente la que proyecta escenarios negativos en una pantalla imaginaria, convencida de que lo que viene será un problema imposible de resolver.
Según Mario Alonso Puig, existe una conexión inseparable entre lo que sucede en la mente y cómo se manifiesta en el organismo: “Es imposible que un estado de la mente no se refleje en el cuerpo, lo mismo que los procesos corporales afectan a la mente”.
Este ciclo de preocupación y anticipación constante acaba pasando factura. La circulación sanguínea en la parte frontal del cerebro se reduce, y cuanto menos oxígeno llega, más difícil se vuelve encontrar una salida a ese bucle de pensamientos. La ansiedad atrapa, y cuando no se gestiona bien, puede desembocar en algo más profundo: la depresión.
Freud describió la depresión como “la agresión vuelta contra uno mismo”, y Puig coincide en que no tiene nada que ver con lo que sucede fuera, sino con la forma en la que una persona se habla a sí misma y cómo interpreta su realidad. “Es la forma en la que se habla, la forma en la que se mira, la forma en la que se ve, y que se expresa en un cambio en la postura, el cuerpo se va encorvando en un empeoramiento del funcionamiento del sistema inmune”. Es decir, no importa si el entorno es favorable: cuando la mente está atrapada en una espiral negativa, todo se oscurece.
Cuestión de tiempo
La guía de Mario Alonso Puig para acabar con la depresión
¿Y cómo se rompe ese círculo? Para Puig, hay varios pasos fundamentales. Primero, observar los propios pensamientos y no aceptar como verdad absoluta lo que la mente repite sin descanso. Luego, incorporar deporte a la rutina diaria, ya que es una herramienta potente para contrarrestar la depresión: “Hay que hacer ejercicio físico sí o sí. Se sabe que el ejercicio físico es una de las mejores alternativas a la hora de superar una depresión”.
La alimentación también juega un papel esencial. Reducir el azúcar y optar por comidas que no inflamen el cerebro puede marcar la diferencia en el estado de ánimo. Además, es crucial compartir lo que se siente con alguien de confianza, no desde la queja, sino desde la necesidad de desahogo.
Por último, está el descanso. El sueño no es solo un momento de reposo, sino una especie de terapia natural. Durante la fase de ondas lentas, el cuerpo se repara físicamente, mientras que en la fase de ondas rápidas ocurre una especie de “psicoterapia emocional” automática.