Dentro del mundo de la cosmetología, la piel es el principal reclamo por el que muchos acuden a las consultas de dermatólogos y medicina estética. Unas especialidades que cada vez aplican más productos y técnicas a diferentes partes del rostro y cuerpo gracias a los avances de tecnología e investigación para resaltar la singularidad y mejorar el aspecto de quienes requieren sus servicios.
Sin embargo, que estos servicios estén cada vez más al acceso de todos está suponiendo un problema en la sociedad. Según el informe de SEME de 2022, la edad media de acceso a la medicina estética bajó de los 35 a los 20 años. La dermatóloga Ana Molina comenta cómo las nuevas generaciones están comenzando a retocarse mucho antes.

Ana Molina en 'Play Zeta'
La especialista acudió como invitada a PlayZeta, en RTVEPlay, donde se habló del tema de lo que los más jóvenes denominan la “fiesta” del bótox. “Pincharse los labios son el nuevo tatuaje”, aseguró la dermatóloga. “Antes, cuando cumplías 18 te hacías un tatuaje como símbolo de rebeldía, Ahora vienen directamente a consulta a ponerse labios”, asevera.
“Hay tal revolución en redes que damos ideas al final”, lamenta la especialista. “Cada vez hay más gente joven”. Según Molina, los pacientes que acuden a su consulta son cada vez más jóvenes, pero eso no es lo peor, pues aunque los menores de edad requieren de una autorización paterna, en ocasiones acuden incentivados por sus propios padres.
“Algunos vienen en compañía de su madre, pero yo he tenido casos que me dicen: ‘Vengo con mi hija para ponernos labios las dos’. Y yo le digo, ‘pero si tiene 14 años’; y me dicen que es ‘su regalo de los 14 años’, entonces…”, revela.
Los presentadores y colaboradores del programa no salían de su asombro ante la anécdota, dudando incluso que eso pudiese ser legal. “Si los padres dan su consentimiento…”, lamentó la dermatóloga, que aprovechó ese momento para hablar de la gran problemática que realmente están viviendo las nuevas generaciones: el auge de la cosmetorexia.
“A lo mejor no estáis familiarizados con el tema, pero es la unión entre ‘cosmética’ y ‘anorexia’”, comenzaba explicando la especialista. “Esta obsesión desmedida que estamos viviendo por cómo luce la piel y el uso de cosméticos para mejorarla. Con la cosmetorexia nos está llegando a consulta a pedir productos para rutinas de skincare gente con siete y ocho años”, confesó Molina. “Esto no pasaba antes. A una niña de nueve años… ¿Qué crema antiarrugas le vamos a dar si no necesita?”.

Ana Molina: “¿Qué crema antiarrugas vas a dar a una niña de nueve años?”.
La obsesión por la cosmética se ha convertido en una enfermedad, y es que la preocupación excesiva por la apariencia y el estado de la piel se está convirtiendo en un verdadero problema entre las nuevas generaciones. Todavía no es reconocido como un trastorno específico en los manuales diagnósticos de enfermedades mentales, este comportamiento puede estar relacionado con trastornos psicológicos más amplios, como el trastorno dismórfico corporal (TDC) o la ansiedad relacionada con la imagen corporal.
La gente viene como cuando ibas a la peluquería y elegías peinado. Yo les digo que esto no es como un Mr.Potato
Entre lo más solicitado, acudir a consulta con una imagen editada con filtros de Instagram para que el resultado sea exactamente igual. “Es así y peor”, revela la especialista. “La gente viene y dice que quiere la nariz de Kylie Jenner, los labios de no sé quién… Como cuando ibas a la peluquería y elegías peinado. Yo les digo que esto no es como un Mr.Potato, hay que armonizar, hay que tomar una serie de medidas de antropometría y ver qué le sienta bien a esa persona”.
Para tratar este problema, hay que buscar ayuda especializada, pues implica abordar los síntomas y comportamientos subyacentes, que a menudo están relacionados con trastornos de la imagen corporal y la autoestima.