Comer no solo se trata de lo que ingerimos, sino también de cómo lo hacemos. El ritmo al que comemos los alimentos puede tener un impacto significativo en nuestra salud metabólica. Aunque la composición de la comida es muy importante, la velocidad a la que comemos puede influir en nuestra capacidad para regular el hambre, los niveles de azúcar en sangre y, en general, en el funcionamiento de nuestro cuerpo.
Casey Means, doctora en medicina por la Universidad de Stanford y autora de bestsellers del New York Times, explica en el pódcast de la Dra. Gabrielle Lyon cómo el ritmo al comer puede tener un impacto en nuestra salud metabólica. “El simple hecho de masticar con calma puede marcar una diferencia en tu bienestar”. La doctora, que además divulga contenido en redes sociales sobre salud y nutrición para ayudar a sus seguidores a llevar una vida más sana, ha puesto énfasis en las diferencias que existen entre las personas que comen rápido y las que comen más despacio o, incluso, lento.
Simplemente, reducir el ritmo de las comidas tiene un impacto medible en el pronóstico de las enfermedades
La doctora explica que, según un estudio, las personas que se encontraban en el cuartil de alimentación más rápida, en comparación con aquellas que comían más lentamente, tuvieron una tasa de síndrome metabólico cuatro veces mayor. Esos resultados sugerían que la velocidad en la que ingerimos los alimentos puede tener un efecto considerable en la salud metabólica. Aunque la composición de los alimentos también es esencial, descubrieron que cambiar el ritmo tenía un impacto directo en el riesgo de desarrollar enfermedades.
Por tanto, solo reduciendo la velocidad a la que comemos, podemos influir de manera positiva en la regulación de nuestras funciones metabólicas, lo que puede mejorar notablemente nuestra salud a largo plazo. “Y tiene sentido, porque a medida que comes más despacio estás activando tus mecanismos de saciedad de manera más potente”, explica Means en el vídeo.

El simple acto de masticar con calma puede marcar una diferencia en tu bienestar
Por ello, Casey asegura que, aunque te cueste y no seas tan consciente de sí estás comiendo rápido o lento, debes pensar en los beneficios a largo plazo que tiene tardar un poco más de tiempo en ingerir los alimentos. “Comer rápido puede provocar picos de glucosa en sangre, aumentar el riesgo de resistencia a la insulina y elevar las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2”.
Además, la doctora explica que también es importante comer lento porque este hábito favorece una mejor digestión y ayuda a regular la sensación de saciedad. Al comer despacio, el proceso digestivo comienza de manera más eficaz, haciendo que el cuerpo descomponga los alimentos de manera más adecuada. Esto facilita la absorción de nutrientes y reduce la sobrecarga en el sistema digestivo.
A medida que comes más despacio, activas tus mecanismos de saciedad de manera más potente
Por otro lado, al tomarnos el tiempo para masticar bien y saborear los alimentos, el cuerpo tiene más tiempo para enviar señales de saciedad al cerebro, lo que puede llevar a consumir menos cantidad de comida. Comer lento no solo mejora la digestión, sino que también permite una mayor autorregulación del apetito, ayudando a evitar el exceso de comida y contribuyendo a mantener un equilibrio más saludable. “Mejora la digestión, estabiliza los niveles de azúcar en sangre y ayuda a sentirte satisfecho con menos”, explica.

Para la doctora, este cambio de ritmo es una herramienta accesible y efectiva
Para comer más despacio, es útil poner en práctica algunos hábitos. Primero, trata de masticar cada bocado al menos 20 o 30 veces antes de tragar, puedes hacer pausas entre bocados, dejando el tenedor o cuchara en la mesa y así enfocarte en saborear los alimentos en vez de engullirlos. Además, es importante establecer un ambiente relajado durante las comidas, sin distracciones como el móvil o televisión, porque te permitirá comer con conciencia. También es recomendable dedicar al menos 20 o 30 minutos a cada comida, ya que esto le permite al cuerpo registrar la saciedad antes de comer en exceso.
Seguir las recomendaciones de la doctora Casey Means puede convertirse en una de las herramientas más poderosas y sencillas para mejorar nuestra salud metabólica. Tomarnos el tiempo necesario para masticar con calma y disfrutar de las comidas, no solo favorecerá la digestión y la saciedad. Además, para la doctora, este cambio de ritmo es una herramienta accesible y efectiva que todos podemos incorporar a nuestro día a día para optimizar la salud a largo plazo.