Eliminar un alimento de la dieta por completo puede parecer una solución fácil para evitar su consumo descontrolado, pero la realidad es que esta estrategia tiende a provocar el efecto contrario. Así lo explica Gabriela Uriarte, nutricionista y divulgadora en redes sociales, en un reciente vídeo publicado en su cuenta de TikTok (@gu_nutricion), donde advierte sobre los peligros de la restricción alimentaria y cómo lograr un verdadero control sin caer en la prohibición extrema.
“Oye, una duda, ¿qué tal te ha ido con eso de intentar restringirte un alimento con el que sientes descontrol? Voy a dejar de tomar chocolate a partir del lunes. ¿Qué tal te ha ido? Mal, ¿verdad?”, plantea Uriarte a su audiencia, poniendo sobre la mesa una problemática habitual: la imposibilidad de sostener una prohibición autoimpuesta.
La solución: aprender a gestionar sin prohibir
El efecto rebote de la restricción alimentaria
Para la experta, el problema radica en que el intento de restringir un alimento no suele traducirse en una relación más saludable con él, sino en un mayor deseo de consumirlo. “Es que esto es precisamente lo esperable. Felicidades, eres una persona normal y reaccionas ante la restricción con un descontrol alimentario”, señala en su explicación.
Diversos estudios en psicología de la alimentación respaldan esta teoría. La investigación publicada en el Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics (2015) concluye que las dietas altamente restrictivas pueden aumentar los episodios de atracones y provocar una relación poco saludable con la comida. Esto ocurre porque el cerebro, al detectar escasez de un alimento, intensifica el deseo por consumirlo, generando un círculo vicioso de prohibición y exceso.
Si la restricción no es la solución, ¿qué hacer cuando se siente que un alimento genera descontrol? Uriarte propone un enfoque diferente: “Olvidarnos de esa norma alimentaria y deshacernos de ella, en ocasiones acompañados por un nutricionista, nos va a ayudar a encontrar esa calma con la alimentación, ese punto medio donde realmente tenemos libertad”.
Esta estrategia se basa en el concepto de la alimentación intuitiva, un enfoque que promueve la escucha del propio cuerpo para regular el hambre y la saciedad sin necesidad de normas estrictas. En palabras de la nutricionista, la clave está en recuperar la relación natural con los alimentos sin etiquetarlos como “prohibidos”.
Un ejemplo ilustrado
Un interruptor que no se puede dejar a medias
Para ilustrar su punto, Uriarte compara la restricción alimentaria con intentar dejar un interruptor de luz a medias: “No sé tú, pero yo lo intentaba y nunca lo conseguí. Porque no funciona así. Y esto es un poco parecido. Cuando tenemos una restricción previa, o está encendido o está apagado”.
La solución, según la experta, pasa por aprender a convivir con ese alimento sin extremismos, algo que puede requerir acompañamiento profesional. “Es solo con la libertad de elección cuando podemos decidir si comemos o no ese alimento”, concluye.