Según el portal médico especializado MedLine Plus, los ácidos grasos omega-3 son necesarios “para fortalecer las neuronas y para otras funciones importantes. Estos ácidos ayudan a mantener el corazón sano y protegido contra un accidente cerebrovascular. También ayudan a mejorar la salud del corazón si ya tiene una enfermedad del corazón”. A pesar de ello, el cuerpo nos los produce por sí solo, siendo necesario consumirlo de forma externa.
Son muchos los alimentos ricos en omega-3, habitualmente divulgados a través de múltiples medios de comunicación. Sin embargo, siempre existen dudas y confusiones sobre cuál es el que más puede aportarnos. Una de las voces más destacadas sobre este tipo de materias es Marian García, más conocida como Boticaria García en redes sociales. La divulgadora médica colabora en el podcast Cuerpos Serranos, donde compartió recientemente la respuesta a la pregunta.
“La lata de sardinas; es que cinco latas de sardinas, si una son 700 miligramos, cinco latas de sardinas son 3.500 miligramos, que son los 3,5 gramos (…) Si es que además no se trata de que te comas cinco latas de sardinas a la semana, porque tú imagínate que te tomas un día, una ración de salmón; y ahí ya tienes el gramo y medio o los dos gramos de omega-3”, describía, también aportando otros elementos como nueces o semillas de chía.
La Universitat de Girona, a través de su portal Salut i Peix, destaca cómo todos los animales marinos contienen grasas omega-3 en su interior, pero repartidas en distintas cantidades. Las más destacadas se encuentran en pescados azules como la sardina, la anchoa, la caballa o el arenque; situando en el eslabón inmediatamente inferior pescados blancos como por ejemplo la merluza, el rape o el bacalao.

Alimentos ricos en omega-3
Una cuestión intrigante
García también indaga en otras cuestiones de índole médico, como el uso de fármacos y cómo estos actúan en el organismo. A través de una colaboración con la revista Magas de El Español, destapó cómo actúa exactamente el principio activo del ibuprofeno sobre nuestro sistema: “Circula a ciegas por nuestro cuerpo, buscando unos receptores donde acoplase. Se llaman COX 1 y COX 2. Cuando se une a ellos, bloquea la formación de las moléculas que provocan el dolor, la inflamación y la fiebre”.
“Esto es como el juego de las sillas: si el ibuprofeno se une a estos receptores, cuando llegan los malos de la película no pueden acoplarse ni producir el dolor. Los receptores COX1 están repartidos por todo el cuerpo, hay mucha cantidad en el estómago; y además de producir las moléculas del dolor, sintetizan compuestos como el moco, que protege la mucosa gástrica. El ibuprofeno, cuando se une a la COX 1 un del estómago, también impide que se formen los compuestos protectores del estómago”, detallaba.