“Las bacterias multirresistentes (BMR) se definen como aquellos microorganismos, que son resistentes a tres o más antimicrobianos, habitualmente empleados en el tratamiento de las infecciones producidas por dicho microorganismo, y que esta resistencia tenga relevancia clínica y epidemiológica”, según un módulo de formación compartido por el Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona. El nulo efecto de antibióticos es uno de sus potenciales peligros para la salud.
Estos elementos son de crítico interés para los estudiantes de medicina y los doctores, intentando evitar su contagio, expansión y buscando una cura inmediata. Sin embargo, a menudo la medicina más radical del pasado todavía puede aplicarse en el presente. Así lo expone Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek, quien desvelaba un método poco conocido a nivel general, pero con base histórica, para detener el avance de las BMR.
“Quizá la cura para las bacterias multirresistentes sea volver al pasado. Imagina esto: tienes una herida abierta y te colocan gusanos vivos encima. Sin anestesia, sin bisturí, solo larvas moviéndose sobre tu piel, y aun así sientes alivio. ¿Te suena? Es justo lo que le pasa a Máximo en Gladiator, en esa escena donde lo curan con larvas. No es solo cine, tiene base real, y mucha”, comentaba, remontándose a distintos conflictos bélicos.
“En guerras como la Napoleónica y en la Primera Guerra Mundial los médicos notaron algo rarísimo: soldados con heridas infectadas con larvas sanaban mejor. Menos infección, cero tejido muerto y mejor cicatrización, y todo gracias a los gusanos. Hoy esto tiene nombre: terapia de larvas. Se usan larvas de una mosca llamada Lucilia Sericata, criadas en laboratorio, super estériles, súper efectivas”, detallaba.

Lucilia sericata, también conocida como mosca verde
Escenarios muy concretos
“Se colocan sobre las heridas y hacen lo suyo: disuelven tejido podrido, liberan antibióticos naturales, y lo mejor, respetan el tejido sano. Todo eso con la precisión de un bisturí, pero sin bisturí. Hoy se usa los hospitales para úlceras diabéticas, heridas que no cierran y bacterias que no responden a nada. A veces lo más asqueroso es lo más brillante”, remarcaba. Recientemente, Moreno también indagaba en las verdaderas propiedades de un órgano medio olvidado: el apéndice.
“El apéndice está lleno de tejido linfoide. En cristiano, células inmunológicas. Actúa como una pequeña base de datos de bacterias buena. Sirve para repoblar tu intestino después de una infección fuerte o tras tomar antibióticos. Literalmente, es una copia de seguridad de tu microbiota (…) Tiene un papel en la infancia. Durante los primeros años de vida, el apéndice ayuda a entrenar a tu sistema inmunológico”, descubría.