Marian Rojas, psiquiatra: “Todos sufrimos constantemente y cómo lidiamos con esas batallas marcan la felicidad”
Gestión emocional
La experta defiende que la felicidad no depende de logros extraordinarios, sino de reconocer y valorar los pequeños momentos positivos que ocurren incluso en medio de problemas cotidianos
Marian Rojas Estapé, psiquiatra: “La felicidad es vivir instalado de manera equilibrada en el presente”
Marian Rojas
Hay quienes sonríen mientras cargan con una pérdida. Otros, con el gesto tranquilo, lidian con una enfermedad que apenas comparten. A veces, la angustia por un futuro incierto se disimula entre tareas del día a día. Y no pocas veces, las preocupaciones más profundas conviven con las rutinas más normales. No se trata de apariencias, sino de una realidad común que suele quedar en silencio: la mayoría de personas está lidiando con algo que no se ve.
Durante una ponencia, la psiquiatra Marian Rojas abordó esa idea con una afirmación que resume buena parte de su enfoque sobre el bienestar emocional. Al hablar de los desafíos cotidianos que muchas personas enfrentan sin que se noten, explicó que “todos sufrimos constantemente y cómo lidiamos con esas batallas marcan la felicidad”. No se refería a momentos concretos, sino a un estado casi permanente, en el que las preocupaciones personales se mezclan con el ritmo diario.
Esa forma de afrontar los problemas, según Rojas, es lo que determina si alguien consigue o no conectar con la felicidad. En su intervención, puso énfasis en que no se trata de grandes logros ni de alcanzar una perfección emocional, sino de algo mucho más accesible y discreto. Añadió que “la felicidad consiste en conectar con eso bueno que pasa cada día”, algo que, tal y como planteó, puede convivir con dificultades reales y constantes.
Esa convivencia entre bienestar y sufrimiento no es contradictoria para la psiquiatra. En su intervención, dejó claro que, para ella, una cosa no impide la otra. Por eso, cuando habló sobre la diferencia entre felicidad y plenitud, apuntó que “uno puede estar sufriendo mucho, pero ser feliz en ese momento”, siempre que logre centrar la atención en las pequeñas cosas buenas que surgen en lo cotidiano.
Ese matiz entre conceptos es clave en su planteamiento. Mientras que la plenitud, según dijo, implica una sensación de necesidad cubierta, la felicidad tiene más que ver con la capacidad de fijarse en lo que sí funciona, aunque lo demás no esté resuelto. La gestión de esas batallas internas, más que su eliminación, es lo que para ella marca la diferencia.