Rosa Molina, psiquiatra: “No siempre quien parece desorganizado lo está por falta de voluntad. A veces es una forma de supervivencia emocional”

Gestión emocional

Cambios de tema repentinos o respuestas desconectadas pueden ser señales de una lucha interior silenciosa que no se expresa con palabras

Rosa Molina, psiquiatra

Rosa Molina, psiquiatra

@dr.rosamolina

No tener nada claro no siempre es un problema. A veces es lo que toca. Lo que salva. Lo que permite seguir adelante cuando todo dentro parece haber implosionado. La desorganización, por más torpe que parezca desde fuera, también puede ser una forma de defensa. No todo tiene que tener sentido cuando la cabeza solo busca salir del paso como puede.

Una conversación aparentemente normal puede convertirse en una pista de algo más profundo. Basta con que alguien cambie de tema sin venir a cuento, responda con frases descolgadas o parezca no estar del todo ahí. En esos momentos, lo que se ve no siempre encaja con lo que ocurre por dentro. Rosa Molina, psiquiatra, explicó en una publicación en su perfil de Instagram que “no siempre quien parece desorganizado lo está por falta de voluntad. A veces es una forma de supervivencia emocional”.

El cerebro busca refugio

A veces estar perdido es una manera de seguir adelante sin romperse

La desconexión puede aparecer sin previo aviso. No necesita un gran motivo para activarse. A veces ocurre cuando la mente se siente desbordada y decide aislarse por completo. No es una cuestión de despiste o falta de interés. Tiene más que ver con protegerse, con apartarse de la carga emocional para evitar que duela más de lo que ya duele.

Molina señaló en ese mismo contenido que “en muchos casos, esta desconexión puede ser una respuesta de un sistema nervioso saturado de preocupaciones o miedos o dificultades que activan mecanismos de defensa”.

Frente a esto, hay pequeños gestos que pueden marcar la diferencia. Lo importante no es tanto hacer grandes cambios, sino incorporar anclajes sencillos que permitan reconectar. Una de las estrategias que menciona la especialista es practicar técnicas de grounding, como detenerse a nombrar cinco cosas que se ven, cuatro que se pueden tocar o tres que se oyen. También puede ser útil establecer rutinas suaves y estables que reduzcan la sensación de agobio, crear espacios donde soltar lo que pesa con alguien de confianza o incluso recurrir a la escritura.

Buscar apoyo profesional no es una medida exagerada, sino una opción real cuando todo empieza a ir a otro ritmo y la desconexión ya no se puede sostener en silencio. Porque aunque no lo parezca, muchas veces estar en las nubes es la única forma que encuentra el cuerpo de aguantar.

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