Una quemadura solar puede parecer algo pasajero, pero la piel no lo olvida. La médica Noelia García lo resume en una frase contundente: “La piel tiene memoria”. Y lo que esa memoria guarda puede pasarnos factura años después. “Las quemaduras solares en la infancia aumentan el riesgo de cáncer de piel en la edad adulta”, advierte en un vídeo divulgativo en su cuenta de TikTok (@doctoranoeliagarcia), donde resuelve una duda frecuente entre familias: ¿qué tipo de protector solar deben usar los niños?
La respuesta empieza por un dato poco conocido: a los bebés menores de seis meses no se les debe aplicar ningún tipo de protector solar. “Su piel es inmadura y muy permeable”, explica la doctora. En esta etapa, la mejor protección no está en un bote, sino en la sombra, la ropa con filtro solar y un buen gorro. Además, recuerda que no toda la ropa que se vende como “con filtro solar” está correctamente testada, así que conviene verificar bien su origen.
A partir de los seis meses y hasta los tres años, ya se puede empezar a aplicar protector solar, pero “no vale cualquiera”. Según Noelia García, el fotoprotector debe tener exclusivamente filtros físicos o minerales, como el óxido de zinc o el dióxido de titanio. “No se absorben, actúan como pantalla y son más seguros para su piel”. Y algo fundamental: deben estar dermatológicamente testados para bebés o niños.
La protección solar no es solo una crema, es una rutina de salud y empieza desde el primer verano”
Cuando la piel ya ha madurado un poco más, es decir, a partir de los tres años, se pueden usar fotoprotectores con filtros químicos o mixtos, pero siempre específicos para uso infantil. Deben tener FPS 30 o superior, ser resistentes al agua y fáciles de reaplicar.
Porque el sol no solo quema: también educa. Y si enseñamos a los niños que proteger su piel forma parte de su rutina diaria, los estaremos cuidando también en el futuro.
“La protección solar no es solo una crema, es una rutina de salud”, insiste García. No basta con untarles un poco antes de ir a la playa: hay que establecer hábitos de sombra, reaplicación, ropa adecuada y conciencia. Y empieza pronto: “desde el primer verano”.
Las estadísticas respaldan su advertencia: una sola quemadura solar grave en la infancia puede duplicar el riesgo de melanoma en la edad adulta. Por eso, la pregunta no es si aplicar protector solar, sino cuándo, cómo y cuál.

