Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Las relaciones sociales son uno de los aspectos más complicados de gestionar, sea por el peligro de la toxicidad o por la incapacidad de la otra persona de hacerse cargo de sus responsabilidades como persona adulta. Un asunto sobre el que reflexionó el doctor José Carbonell, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y afincado en Palma de Mallorca. Según sus palabras, la maldad no tiene por qué estar supeditada a una condición mental negativa.
“Una persona puede actuar con maldad, una persona puede actuar pensando en sí misma y que no le importe nada la repercusión que pueda tener sobre los demás sus actos, que puede pensar de manera egoísta. Esa persona no necesariamente tiene que tener una enfermedad o una psicopatía, sencillamente tiene que ser una mala persona”, exponía, detallando que, igualmente, existen aquellos quienes actúan por defecto debido a su pasado.
“Hay personas que a lo mejor han sido víctimas durante su infancia o adolescencia de no haber sido tratado bien, y considera que no tratar bien a la gente es lo normal y hacen de eso su manera de vivir. O sea, le da igual ir dejando y haciendo daño por el camino que pasan. Es muy importante identificar estas personas que son así, y si tú eres así, es importante que lo trabajes, porque no es normal que vayas repitiendo continuamente un patrón de hacer daño a la gente”, insistía.

José Carbonell, psiquiatra
Aprender a distinguir
“Hay que ir con cuidado porque las personas que son así pueden hacer terapia, pueden recurrir a un terapeuta que les ayude a cambiar y a darse cuenta de que no necesariamente tienen que ser malas y actuar con maldad, y que las personas que son objeto o víctimas de ellas no tienen por qué pasar por ese sufrimiento o ese maltrato psicológico o ese hacerte de menos continuamente al que tú haces pasar a esa persona que tienes al lado”, remarcaba.
“Yo siempre le digo a la gente ‘así has avisado a la otra persona de que tú sabrás que acabarás tratando la mal y que harás con esta persona lo mismo que has hecho con las demás’ (…) Por consiguiente, ¿puede ser una mala persona sin tener una enfermedad mental? Sí. ¿Sin tener una psicopatía? También. Lo importante es intentar identificarlo, si es tu caso, tratarlo y si es de una persona cercana a ti, pues protegerte de ella”, concluía.