Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Las relaciones sociales son uno de los aspectos más complicados de gestionar, sea por el peligro de la toxicidad o por la incapacidad de la otra persona de hacerse cargo de sus responsabilidades como persona adulta. Un asunto sobre el que reflexionó el doctor José Carbonell, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y afincado en Palma de Mallorca. En esta ocasión, el experto reflexionaba sobre los peligros que comportan las personas egoístas.
“¿Cómo poder identificar esa persona cuyo objetivo exclusivamente es cumplir con lo que le interesa cumplir, que se haga lo que quiere, que tú estés pendiente de sus necesidades, que básicamente lo único que importa es que todo gire en torno a esa persona? ¿Cómo podemos hacerlo para que, sin que necesariamente sea una persona narcisista, nos demos cuenta de que nosotros en esa relación no tenemos que ir más allá de nuestro 50% de confort?”, se preguntaba.
“Hay personas que son egoístas por naturaleza y que lo único que piensas es en ellos mismos y la verdad es que les importan un poco los demás, pero no los ves porque muchas veces son egoístas adaptados, igual que hay narcisistas adaptados y psicópatas adaptados”, insistía. De igual forma, remarcaba un aspecto esencial para combatir este egoísmo: la comunicación. Si no se puede soportar más a pesar de los intentos, lo mejor es avisar y elegir otro camino.
Marcar límites
“Yo creo que lo más importante de todo en estos casos es: cuando ves que una persona solamente se preocupa por sus propias necesidades y sus propios intereses, tienes que decirle ‘Yo llego hasta aquí’ y aprender a decir que no, hasta ahí no llego. Entiendo que tú seas así, pero yo no necesariamente voy a ir a las tuyas continuamente, porque si no yo estaré dando de mí por ti y eso tampoco es lo suyo. Lo suyo es encontrar un equilibrio en esas relaciones”, concluía.
Carbonell también recalcaba recientemente las diferencias entre distintos tipos de maldades. “Una persona puede actuar con maldad, una persona puede actuar pensando en sí misma y que no le importe nada la repercusión que pueda tener sobre los demás sus actos, que puede pensar de manera egoísta. Esa persona no necesariamente tiene que tener una enfermedad o una psicopatía, sencillamente tiene que ser una mala persona”.