Inés Moreno, traumatóloga: “Martin Couney salvó más de 6500 vidas sin un título, solo con una idea que nadie más se atrevió a defender”
Historia médica
La Traumatóloga Geek recordó la vida y éxitos del precursor de la tecnología prenatal y la incubadora
Inés Moreno, traumatóloga: “El origen de las vacunas incluye pus de vaca y un niño como experimento humano”
Martin Arthur Couney, el padre de la tecnología prenatal primigenia
El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, una de las mayores creaciones para la comunidad médica llegó a principios del siglo XX, de la forma más clandestina e inverosímil.
Una historia que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de retrospectivas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, ha recordado la incidencia del pionero de la tecnología prenatal: Martin Arthur Couney.
“Lo llamaron monstruo por convertir bebés enfermos en un espectáculo. Hoy su idea está en cada hospital del mundo. Era un feriante y su clínica estaba entre carruseles y puestos de algodón de azúcar. A principios del siglo XX, un bebé prematuro apenas tenía esperanza. Sin incubadoras, morían por frío, infecciones o pulmones que no llegaban a madurar. Martin Couney vio algo en París. Unas máquinas capaces de mantener vivos a bebés. Las llamó incubadoras”, contaba.
“Pero al intentar llevarla a Estados Unidos, los médicos lo ridiculizaron. Dijeron que era un fraude, que eso no era medicina. ¿Y qué hizo Couney? Pensó ‘si la ciencia no me escucha, haré un espectáculo’. Montó una atracción de feria: Bebés vivos en incubadoras. El público pagaba por mirar y con ese dinero Couney contrataba médicos y enfermeras. Sí, una atracción de feria financiando cuidados neonatales”, destapó, profundizando en las reacciones ajenas.
La oportunidad de vivir
“Lo acusaban de aprovecharse de bebés enfermos. Él respondió: ‘si la medicina los rechaza, lo salvará la feria’. Y funcionó. Año tras año, miles de bebés que habrían muerto salieron de esa feria convertidos en niños sanos. Y décadas después, nació un bebé prematuro en una incubadora. Su nombre: Quentin Roosevelt. El hijo del presidente de los Estados Unidos”, sentenció. En semanas anteriores, Moreno también destacó la perseverancia de Pierre-Auguste Renoir ante una artritis reumatoide.
“Los dedos de Renoir se deformaron. No podía cerrarlos, y el dolor era tan constante que mucho creyeron que nunca volvería a pintar. Pero Renoir no se rindió. Mandó atar pinceles a sus manos retorcidas. Pintaba con el brazo completamente vendado. Desafiaba su propia enfermedad. Así nacieron obras aún más poderosas con colores cálidos y pinceladas sueltas como Las bañistas o Las grandes bañistas”, exponía.