Lucía Galán, pediatra: “Hace mucho calor y para saber que alguien tiene un golpe de calor hay que saber esto”

Altas temperaturas

Los recién nacidos, los mayores y quienes se exponen al sol por trabajo o deporte presentan mayor riesgo de sufrir una hipertermia

Lucía Galán, pedriatra: “Ni orina, ni amoníaco ni agua; para las picaduras de medusa no sirve nada de eso”

Lucía Galán, pediatra

Lucía Galán, pediatra

Los hospitales de varias comunidades autónomas han notado un repunte en las urgencias por síntomas relacionados con las altas temperaturas. Las alertas meteorológicas siguen activas y, según datos de la AEMET, más de media España ha alcanzado temperaturas por encima de los 40 grados en las últimas jornadas.

Esta situación, repetida cada verano, vuelve a poner el foco en los golpes de calor, especialmente entre los más vulnerables: bebés, personas mayores y quienes trabajan o hacen ejercicio al aire libre.

Especial cuidado

Los golpes de calor son especialmente peligrosos en bebés y personas mayores

Lucía Galán, pediatra y autora de contenido sanitario en redes sociales, ha explicado en su cuenta de Instagram cuáles son las señales que deben activar todas las alarmas. En el caso de los lactantes, según detalla, la piel muy caliente, enrojecida y sin una causa infecciosa clara puede indicar una subida de temperatura interna. También menciona que algunos bebés muestran una actitud apática, poco reactiva y sin apetito, mientras que otros lloran de forma constante.

En esos casos, Galán indica que se puede detectar un ritmo cardíaco acelerado al poner la mano sobre el pecho del niño y notar que “el corazón va muy, muy deprisa”.

La especialista insiste en que ese tipo de reacciones requieren atención urgente. Aconseja actuar de forma rápida retirando al bebé de la fuente de calor, quitándole ropa, aplicando agua sobre la piel y ofreciendo líquidos si está consciente. Además, recalca que “hay que poner al bebé en un lugar fresco” y que, de forma inmediata, debe buscarse ayuda médica.

En niños mayores, adolescentes y adultos, los signos son similares. El incremento repentino de la temperatura corporal, sin haber una infección aparente, se combina con dolores de cabeza, mareos, náuseas o incluso dificultades para respirar. Galán explica que, en ocasiones, también se produce “confusión, náuseas, vómitos, debilidad muscular” y otras alteraciones neurológicas.

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Si se produce alguno de estos síntomas, la recomendación es clara: salir del entorno caluroso, buscar sombra, beber agua si la persona puede tragar sin problemas y enfriar el cuerpo con agua. Y, sobre todo, acudir a un centro de salud. En los casos más graves, la situación puede agravarse hasta el punto de producir convulsiones o pérdida de conciencia, por lo que conviene reaccionar cuanto antes.

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