¿Estamos teniendo poco sexo? ¿Deberíamos mantener relaciones más veces al mes? La pregunta —convertida ya en un clásico de La Revuelta— resuena dentro y fuera del plató, y también en muchas consultas de terapia. Para Elena López, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja, este es uno de los conflictos más frecuentes entre quienes acuden a su consulta.
“Últimamente mi pareja no para de repetirme que lo hacemos muy pocas veces al mes. Y yo creo que no son tantas, pero llega un punto en el que me lo dice tanto que empiezo a pensar: ¿será verdad? ¿Estamos mal?”, plantea Elena al inicio de uno de sus vídeos más recientes, publicado en su cuenta de TikTok (@elenalopezpsicologia).
Pero no se refiere a una experiencia personal, sino a una de las situaciones que más ve en consulta: parejas que acuden buscando una cifra mágica, una frecuencia ideal con la que sentirse “normales” o “bien”. Y, sin embargo, lo que defiende es justo lo contrario.
“El número de veces que lo hagamos al mes no define absolutamente nada”, afirma con claridad. “Porque la frecuencia no garantiza ni la satisfacción, ni la intimidad, ni la conexión, ni absolutamente nada”.
¿Quién tiene razón en la frecuencia?
Elena López desmonta la idea de que haya una cifra ideal de veces para mantener relaciones
Elena subraya que el foco no debe estar en la cantidad, sino en cómo se sienten ambos miembros de la pareja respecto a esa frecuencia. La clave no está en contar actos, sino en mirar si esos encuentros son deseados, compartidos y conectados emocionalmente.
“¿Lo hacéis cuando ambos lo deseáis? ¿Cuándo ambos queréis, conectáis, disfrutáis y os sentís cómodos? ¿Hay intimidad, juego, complicidad, conexión?”, plantea.
Según la especialista, en lugar de obsesionarse con aumentar la frecuencia, lo realmente útil sería abrir espacios íntimos de conversación donde ambas partes puedan expresar cómo se sienten, qué necesitan y qué les está faltando.
“Quizá el primer paso no es aumentar la cantidad así, sin más y sin ningún tipo de sentido, sino poder crear esos ambientes íntimos donde conversar y expresar nuestras necesidades y carencias”.
López cierra su reflexión con una advertencia: “Recuerda que la cantidad nunca va a ser mejor que la calidad”. Su enfoque desmonta uno de los mitos más extendidos sobre las relaciones íntimas: que hacerlo más veces significa estar mejor. Lo que ella propone es justo lo contrario: reducir la presión, mirar hacia dentro y priorizar el vínculo emocional sobre la estadística.