Aunque el verano suele asociarse a largos baños de sol y momentos al aire libre, no siempre basta con exponerse para obtener la vitamina D necesaria. En este contexto, el magnesio se posiciona como un suplemento clave. Tal y como explica la nutricionista Sandra Moñino Costa en su pódcast Con jengibre y limón, “el magnesio potencia la sintetización de vitamina D en el cuerpo”, lo que significa que, incluso si uno se encuentra bajo el sol, la eficiencia con la que el cuerpo produce esta vitamina depende, en parte, de la presencia de este mineral.
- Lo interesante es que este nutriente, además de contribuir a la absorción de vitamina D, cumple otras funciones vitales. Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, regula desde la función muscular y nerviosa hasta la presión sanguínea, pasando por la formación de proteínas y ADN. Y aún así, muchas personas no alcanzan los niveles recomendados en su dieta diaria.
Más que un complemento es un aliado multifuncional
La ciencia lo respalda. Varios estudios han demostrado que el magnesio puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, reducir el riesgo de diabetes tipo 2 e incluso mejorar la calidad del sueño. “Es importante tomarlo por la noche”, sugiere Sandra Moñino, ya que estimula la producción natural de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño.
Además, se ha comprobado que este mineral actúa como un relajante muscular natural. No es casualidad que muchas personas con dolores crónicos o tensiones en los hombros encuentren alivio al incorporarlo en su rutina. Su capacidad para descargar tensiones físicas —y también mentales— convierte al magnesio en un recurso valioso para quienes sufren estrés prolongado.
Para adultos, la cantidad diaria recomendada varía entre 310 y 420 mg, dependiendo del sexo y la edad. Sin embargo, más allá de los números, lo relevante es entender cómo integrarlo de manera efectiva: ya sea mediante alimentos como legumbres, espinacas y nueces, o en forma de suplemento con buena biodisponibilidad (citato, lactato o cloruro de magnesio, por ejemplo).
Magnesio, sol y vitamina D

El magnesio es una fuente rica en vitamina D.
En los meses de calor, se tiende a pensar que con salir al sol un rato es suficiente. Pero no siempre se alcanza la dosis ideal de vitamina D. “Si a esa exposición solar le sumamos un aporte adecuado de magnesio, optimizamos la producción de esta vitamina esencial”, comenta Moñino. No es sólo cuestión de pasar más tiempo al aire libre, sino de ayudar al cuerpo a procesar esa luz solar de forma más eficiente.
Esta combinación es especialmente relevante en grupos de riesgo: personas mayores, con problemas de absorción intestinal o con hábitos alimentarios irregulares. En estos casos, el uso estratégico de suplementos puede marcar la diferencia. Más allá de las toallas y las gafas de sol, quizá el magnesio sea ese aliado discreto pero eficaz que no puede faltar en la rutina veraniega. Potencia la vitamina D, mejora el descanso y alivia tensiones sin necesidad de pasar calor.