¿Alguna vez alguien ha decidido no hablarte durante días como castigo? El silencio deliberado, sostenido y cargado de tensión emocional tiene un nombre: la ley del hielo. Y, aunque a veces se disfraza de orgullo, distancia o necesidad de espacio, en realidad es una forma de maltrato psicológico. Un castigo sin gritos, pero con consecuencias.
El castigo silencioso que manipula desde el vínculo
La ley del hielo no necesita gritar para hacer daño: quien la aplica confía en que el otro no se irá
El psicoanalista Daniel Tejedor, especializado en autoconocimiento y vínculos afectivos, explica en uno de sus vídeos más compartidos por qué se recurre a esta dinámica. “El primer motivo es sencillo: funciona. Hace que te sientas mal, rumies, te disculpes, entres en bucle o incluso te arrodilles emocionalmente para que todo vuelva a estar bien”.
Pero, según Tejedor, hay un segundo motivo aún más preocupante: la certeza de que la otra persona aguantará ese trato. “Quien aplica la ley del hielo confía en que tú seguirás ahí, incluso cuando te trata con frialdad o crueldad. Sabe que el vínculo es fuerte, incondicional. Y lo usa como garantía para manipularte emocionalmente”.
Este tipo de comportamiento es especialmente frecuente en relaciones materno-filiales, donde uno de los dos, por su edad o dependencia, no puede permitirse romper el vínculo. “Cuando una madre percibe que su hijo —por ser joven o vulnerable— va a soportar ese castigo, es más probable que lo utilice para conseguir ciertos fines”. El problema es que ese vínculo, en lugar de dar seguridad, enseña al menor que el afecto puede retirarse en cualquier momento como medida de control.
La ley del hielo es una forma de maltrato emocional que se alimenta del amor incondicional de quien la sufre”
Las secuelas de haber crecido con este tipo de trato no son visibles, pero son duraderas. Personas que buscan aprobación de forma obsesiva, que tienen miedo a ser ignoradas, que reprimen su enfado o que se sienten culpables por tener necesidades propias. En la raíz de muchas de esas heridas emocionales está el frío que dejaron esos silencios impuestos.
“Lleva mucho cuidado con el grado de incondicionalidad que transmites en los vínculos”, advierte el psicólogo. Porque cuando alguien siente que vas a seguir ahí pase lo que pase, puede llegar a olvidarse de cuidarte. El cariño no puede usarse como moneda de cambio. Y el silencio, cuando se convierte en castigo, deja marcas profundas.

