A muchas personas les cuesta decir no. Peor aún es cuando esas personas tienen a su alrededor a otras que han hecho del victimismo y el dramatismo su motivación para la vida, drenando a todo el que le rodea. Decir ‘no’ se ha convertido en todo un arte, muy complicado para aquellas personas que sienten un fuerte deseo por agradar y ayudar a los demás.
Sin embargo, cuando este deseo de complacer surge de una baja autoestima, puede convertirse en una carga emocional. Estas personas suelen buscar validación externa para sentirse valiosas, lo que las lleva a poner las necesidades de otros por encima de las propias.
Hay que evitar caer en el servilismo
“Es un gran problema de las personas buenas que además tienen un déficit de autoestima”, señala Antoni Bolinches, hablando sobre el tema en el podcast Ojalá lo hubiera sabido antes, que presenta junto a los escritores y expertos en desarrollo personal Àlex Rovira y Francesc Miralles. “Pero cuando eres bueno, quieres complacer; aunque con un déficit de autoestima, intentas ser bueno para que te quieran”.
Como apunta el psicólogo, cuando eres bueno y tienes esa falta de autoestima, se puede caer en otro problema: el servilismo. “Puedes empezar a tener conductas serviles, no serviciales”, advierte el especialista en salud mental. “Ser servicial es bueno, ser servil es malo”, matiza.
Bolinches: “Cuanto mejor estás, más fácil es que se te acerquen personas que están mal”
Muchas personas buenas tienen un fuerte deseo de ser queridos por los demás, ofreciendo ayuda, apoyo y comprensión sin esperar nada a cambio. Aunque su intención es positiva, este comportamiento puede generar frustración, agotamiento y una pérdida de identidad. Comprender esta dinámica es fundamental para aprender a establecer límites sanos y fortalecer la autoestima sin dejar de ser empáticos.
Antoni Bolinches, psicólogo: “A veces nos sentimos moralmente obligados a prestar ayuda”.
“Mandar al carajo en sentido popular es fácil, pero ‘elegantemente’ desde una perspectiva psicológica significa de una manera razonada y razonable. Es hacerle llegar a esa persona que no puedes, no que no quieres”, explica el especialista. “Es expresar a los demás cuáles son los límites. Es hacernos entender, otra cosa es que quien no quiere entendernos no nos entiende”.
El especialista insiste: “Si somos elegantes al decir que ‘no’, curiosamente, estamos dando valor al ‘sí’. Las personas que siempre dicen ‘sí’ nunca serán capaces de decir que ‘no’, pero las personas que saben decir que ‘no’, todavía conceden más valor al ‘sí’ cuando lo deciden, y a la vez se convierten en personas más fiables”.
Antoni Bolinches, psicólogo: “A veces nos sentimos moralmente obligados a prestar ayuda”.
Bolinches: “Decir que 'no' es muy difícil, por muy bien que se diga genera frustración en quien lo recibe”
Bolinches insiste, esas personas que dicen ‘sí’ a favores, otras veces dicen ‘no’, lo dicen de verdad. “No puedes dudar de que es auténtico”, insiste. “Quien se atreve a decir que ‘no’ da credibilidad, consistencia y autenticidad al ‘sí’”.
Para huir de este tipo de relaciones tóxicas, Bolinches aconseja poner límites precisos y cuanto antes, solo así se podrá crear ese espacio para que lleguen personas que verdaderamente merecen la pena.
