¿Es más sana una ensalada que una pizza? Depende. Para Belén Serrano, nutricionista especializada en psiconutrición, la pregunta está mal formulada. Lo importante no es solo lo que se come, sino el contexto emocional y social en el que se hace. En un vídeo publicado en su cuenta de Instagram (@ohmycarbs.nutricion), la profesional lanza una afirmación provocadora que invita a repensar muchas ideas asentadas:
“Comerte una pizza estando tranquila puede ser más saludable que comerte una ensalada estando estresada”.
Y no es solo una frase impactante, sino el resumen de una forma de entender la salud como un todo. Según explica, existen dos grandes motivos por los que el contexto emocional y social puede tener tanto peso como el perfil nutricional de un alimento.
El estrés y la culpa también inflaman
Más allá del plato: salud mental y salud social también cuentan
“El concepto de saludable no depende únicamente del perfil nutricional”, insiste Serrano. “Depende también de nuestra salud mental y de nuestra salud social”. Es decir, comer en un entorno de disfrute, conexión con los demás y tranquilidad también es salud. Una comida con amigos, una cena relajada o un momento de placer consciente pueden tener un impacto positivo real en el bienestar general, incluso aunque el plato no sea el más “fit” del menú.
Por el contrario, explica, una comida “saludable” en lo físico, pero cargada de culpa, ansiedad o aislamiento, puede no ser tan beneficiosa como parece a simple vista. “Si te estás comiendo una ensalada sintiéndote mal, culpable o en un contexto de restricción, eso no es salud”, sentencia.
La psiconutricionista recuerda que el cuerpo no separa la dimensión física de la emocional o la social. Todo está interconectado. “Nuestra salud es súper compleja, hay un montón de factores que influyen y estos factores se relacionan entre ellos”, afirma. Y sí, hay consenso sobre el efecto inflamatorio de los ultraprocesados o el exceso de azúcar. “Pero el estrés, la culpa que pueden generar, el estar continuamente preocupado por las comidas, las calorías o el peso… ¿eso tiene un efecto inflamatorio? ¡Que te cagas!”.
El estrés, la culpa, la obsesión con las calorías... todo eso también tiene un efecto inflamatorio”
El mensaje de fondo no es una apología de la pizza ni una crítica a la ensalada, sino una llamada de atención sobre el enfoque simplista con el que muchas veces se analiza la alimentación. No se trata solo de contar calorías o nutrientes, sino de observar el todo: cómo nos sentimos, con quién comemos, por qué comemos lo que comemos.
Serrano defiende una visión más integradora y amable del acto de alimentarse. “No es tan simple como decir ‘esto es saludable’ o ‘esto no lo es’”, concluye. Para ella, todo depende del contexto, del propósito y, sobre todo, de la persona.
Y es que, al final, comer no es solo una cuestión de nutrientes: es también una forma de estar en el mundo. Y en ese mundo, la paz mental y el disfrute consciente importan tanto como el contenido del plato.