Dulce y refrescante, la cereza es una de las frutas estrella del verano y protagonista habitual en nuestras neveras y fruteros cuando suben las temperaturas. Pero no todo lo que parece saludable lo es en exceso. Aunque las cerezas tienen propiedades antiinflamatorias y benefician a la microbiota intestinal, su alto contenido en fructosa y sorbitol puede provocar molestias digestivas, incluso en personas sanas.
Con la llegada del calor, la nutricionista Blanca García-Orea ha advertido sobre este tema en uno de sus últimos vídeos en redes sociales y ha explicado cómo podemos seguir disfrutando de esta fruta sin riesgos durante la temporada estival.

Las cerezas son una fruta fantástica para el tránsito intestinal y ricas en antioxidantes
García-Orea señala que la fructosa y el sorbitol son dos carbohidratos altamente fermentables cuya absorción en el intestino delgado es limitada. Cuando se superan ciertos niveles, pueden provocar gases, hinchazón, dolor abdominal o incluso diarrea. Según la nutricionista, alrededor de la mitad de la población no tolera más de 20 a 25 gramos diarios de fructosa y sorbitol. Y aquí viene la sorpresa: una sola cereza puede contener hasta 0,5 gramos de fructosa. “Con solo cuatro o cinco cerezas, algunas personas ya pueden empezar a notar síntomas digestivos”, advierte.
Con solo cuatro o cinco cerezas, algunas personas ya pueden empezar a notar síntomas digestivos
Esto no significa que haya que eliminar las cerezas de la dieta ni demonizarlas. De hecho, son una fruta fantástica para el tránsito intestinal y ricas en antioxidantes. El secreto está en la cantidad: la experta recomienda no superar las cuatro cerezas al día como medida de precaución para personas sensibles, aunque otras con mejor tolerancia podrán consumir más sin problema. De hecho, la dosis general recomendada para un adulto es de unos 150 gramos al día, es decir, entre 10 y 15 cerezas, una cantidad equivalente a una taza.
Escuchar al cuerpo y ajustar el consumo es la clave. Sin embargo, García-Orea advierte que “un abuso prolongado durante mucho tiempo también puede llevar a una intolerancia a la fructosa o al sorbitol”.
Un abuso prolongado durante mucho tiempo puede llevar a una intolerancia a la fructosa o al sorbitol
Además, la nutricionista recuerda que no solo las cerezas contienen sorbitol. Otras frutas con hueso, como la manzana, pera, melocotón, ciruelas, albaricoque, mango o dátiles, también pueden provocar síntomas similares si se consumen en exceso. El sorbitol está presente incluso en productos procesados como chicles sin azúcar, golosinas light, zumos industriales, galletas e incluso en la pasta de dientes, ya que se utiliza como edulcorante.
Por lo tanto, comer cerezas con moderación permite disfrutar de sus beneficios sin sufrir efectos secundarios. Porque, como en casi todo en nutrición, el problema no es el alimento, sino el exceso.