Inés Moreno, traumatóloga: “Rick Allen reentrenó todo su cuerpo, pero también su cerebro, aprendió a tocar con una sola mano y los pies”

Fuerza de voluntad

Rick Allen, batería de Def Leppard

Rick Allen, batería de Def Leppard

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El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, parte del éxito de una operación también puede estar en la implicación del paciente: su deseo de volver a hacer vida normal.

Un hecho que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de crónicas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, se ha centrado en la vida de uno de los baterías más conocidos de la historia: Rick Allen, de Def Leppard.

“¿Qué harías si perdieras el brazo con el que haces lo que más amas? ¿Y todos esperaran que te rindas? Rick Allen tenía sólo 15 años cuando se convirtió en el batería de Def Leppard, una de las bandas más grandes del rock. Con su ritmo explosivo y precisión milimétrica, era el alma del grupo. Pero en 1984, un accidente de coche cambió su vida. Salió despedido del vehículo y su brazo izquierdo fue amputado. Para cualquier músico, esto habría sido el final”, exponía.

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“Pero para Rick, fue el comienzo de algo muchísimo más grande. Aquí entra la ciencia médica. Cirugía reconstructiva, rehabilitación funcional, tecnología adaptada, una batería electrónica que él mismo ayudó a diseñar. Reentrenó todo su cuerpo, pero también su cerebro. Aprendió a tocar con una sola mano y con los pies. Hacía lo que antes hacía con los dos brazos. Y lo logró”, celebraba, adjuntando un poderoso mensaje para aquellos que estén pasando por casos similares.

Historia de superación

“Un año después, volvió a subirse a un escenario. No por compasión. Volvió porque seguía siendo el mejor. Como traumatóloga, te digo una amputación no es el final. Con cirugía precisa y rehabilitación bien dirigida, un paciente con coraje sólo el principio. Rick Allen no sólo recuperó su vida, redefinió lo que era a tocar con el alma. Y hoy es leyenda. A veces, perder una parte de ti es lo que te obliga a reconstruirte por completo. Y esa es la verdadera medicina”, sentenciaba.

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Moreno también se pronunciaba recientemente sobre los avances de la higiene en el campo médico: “Inspirado en los estudios de Pasteur, Joseph Lister tuvo una idea revolucionaria: ¿y si la infección no venía del aire, sino de los propios médicos? Empezó a lavar sus manos y los instrumentos con ácido carbólico, un antiséptico rudimentario. El resultado: la mortalidad posoperatoria se desplomó. Pero, en vez de ser recibido como un salvador, se rieron de él. ¿Lavarme las manos? Por favor, soy cirujano. La comunidad médica prefería seguir matando que admitir su error”.

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