Annette Herfkens, única superviviente del accidente de avión de Vietnam Airlines: “Siempre digo a la gente con miedo a volar que no se preocupen porque todo sucede muy rápido; lo peor no es que pase, es el despertar”

Historias de superación

Hay historias de superación que marcan; Annette Herfkens pasó 8 días en la selva sola después de un grave accidente aéreo. Cuenta su experiencia en el podcast de El Sentido de la Birra

Annette Herfkens

Annette Herfkens

La vida es capaz de cambiar drásticamente de un momento a otro. Esto fue justamente lo que le ocurrió a Annette Herfkens en 1992 durante un viaje de avión con destino a Vietnam por motivos de trabajo. Viajaba junto a su prometido, con quien estaba a punto de casarse. Tras un trágico accidente, se encontró a sí misma sola en medio de la selva; su esperanza era lo único que la acompañaba. 

Ocho días fueron los que sobrevivió con una mentalidad y espíritu de la que todos podemos aprender. Vivir en el presente y valorar lo que ahora y solo ahora se tiene fue la clave de esta gran historia de superación.

De ella ha escrito su libro, Turbulencias, que narra el accidente junto con flashbacks de la vida con su prometido antes de subirse al avión. Gracias al pódcast de El Sentido de la Birra presentado por Ricardo Moya hemos podido conocer en profundidad su historia.

Adaptarse a los retos

Una historia de superación

La protagonista empieza el relato explicando lo que realmente fue más traumático para ella. Lo peor no fue el accidente ni los ocho días en la jungla. Al final, la experiencia allí fue hermosa. El verdadero trauma fue perder a mi prometido. Íbamos a casarnos ese mismo año. Estuvimos tres años juntos y de repente tuve que vivir sin él. Eso fue lo más duro. Por eso, al principio no quise compartir la historia; además, la gente quería detalles morbosos que yo no podía ni quería dar”, relata al entrevistador.

Annette Herfkens en el hospital

Annette Herfkens en el hospital

No fue hasta años después que se replanteó el compartir su historia. “Pensé que quizá debía contarle a la gente lo que es morir, lo que significa de verdad. Porque cuando ocurrió el accidente yo lo tenía todo: amor, trabajo, futuro. Y de repente, en la jungla, tenía las manos vacías”, sorprende.

Así fue como publicó Turbulencias, donde combinó los crudos días en la selva con los recuerdos que había detrás de ella. “Sabía que contar solo el accidente sería demasiado duro. Aproveché también para relatar la historia con mi hijo autista. Por eso terminé autopublicando el libro con ayuda de mi hija en Nueva York: para poder contar ambas historias a mi manera”, destaca Annette.

Nueva realidad

Despertar en la jungla

Y es que, la protagonista, siempre había sido una persona con gran intuición; desde el primer momento, el avión al que se subieron ella y su prometido no le daba buenas sensaciones.

“Siempre he confiado en mi intuición, incluso me llamaban “la bruja” en Wall Street por eso. No quería ir a Vietnam. Se lo dije a mis colegas en Madrid. Cuando vi el avión, un aparato ruso pequeño, sentí una fuerte claustrofobia. Pero mi prometido me convenció. Me senté en la tercera fila, sin cinturón de seguridad. A los 50 minutos hubo una caída brusca, luego otra más fuerte. Nos miramos, él me apretó la mano... y todo se fue a negro”, relata intensamente en la entrevista.

Annette Herfkens reflexiona 30 años después sobre el trauma que cambió su vida para siempre

Annette Herfkens reflexiona 30 años después sobre el trauma que cambió su vida para siempre

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Lo siguiente que recuerda es el ruido de jungla y una inmensa vegetación. “Estaba dentro del avión, debajo de un asiento del otro lado del pasillo. Miré a mi izquierda y vi a mi prometido muerto, con una sonrisa suave en su cara. Salí del avión, no sé cómo: tenía 12 fracturas en la cadera, dos más en las piernas, mandíbula suelta, un pulmón colapsado. El siguiente recuerdo es estar afuera, rodeada de ramas verdes”, comparte la protagonista.

La primera emoción que sintió fue de pánico. Había otros supervivientes del accidente con los que llegó a conversar. “Al lado mío había un hombre vietnamita herido que me dio su pantalón porque yo había perdido mi falda. Hablamos en inglés. Él me decía: 'Vendrán a rescatarnos'. Pero al final del primer día, vi cómo la vida se le escapaba. Y entonces comprendí: estoy completamente sola”, sigue explicando en el pódcast.

Empecé a fijarme en la belleza de la jungla: una hoja, una gota de agua, el sol entrando por las ramas

Annette Herfkens

Aunque, según ella, nunca había estado sola de verdad. “La soledad real es algo que no solemos experimentar. Al principio me asusté mucho, pero luego recordé lo que hacía como trader en el Banco Santander: observar sin juzgar. Empujé fuera el pensamiento de '¿qué voy a hacer?'. Me concentré en respirar, como en yoga. Inhalo, exhalo. Y empecé a fijarme en la belleza de la jungla: una hoja, una gota de agua, el sol entrando por las ramas”, relata.

Humor y estrategia

Un plan de supervivencia

El humor fue otra de sus estrategias para superar sus miedos. “Lo hice de manera natural. Tenía incluso tres paquetes de Philip Morris en mi bolso. Podría haber fumado, pero decidí no hacerlo. Me dije: “Ahora no es el momento de fumar”. Como si fuera un chiste interno. También recuerdo cuando me decían antes del viaje que me pusiera la vacuna del tétanos y yo respondía: '¿Para qué, si no vamos a la selva?'. Ironías de la vida”, explica con simpatía.

Para garantizar su supervivencia realizó un plan. Annette tenía en mente que el miércoles era el día que debía regresar a la oficina en Madrid, y si no aparecía, sus compañeros lo notarían. Así, se dio exactamente una semana para aguantar y sobrevivir. 

“Encontré en la bolsa de la niña vietnamita un poncho azul y un libro en vietnamita-alemán. Usé el poncho para protegerme de la lluvia y el frío. Inventé un sistema para recoger agua: saqué espuma aislante de un ala del avión, hice bolitas y las coloqué en fila para absorber el agua de lluvia. Cada tres horas me permitía exprimir una bolita para beber”, destaca.

Annette Herfkens visitando en 2006 el lugar del accidente

Annette Herfkens visitando en 2006 el lugar del accidente

Aunque, no todo fue sencillo. Justo el sexto día se rindió. “Me dije: soy parte de la jungla. Me dejé ir, como si me estuviera muriendo, y fue un proceso hermoso. Como un orgasmo, pero espiritual. Y entonces, en ese estado alterado, vi a un hombre con camisa naranja. Intenté llamarlo, pero no tenía voz. Él me miraba y no se movía. Pensé que era una alucinación”, cuenta en el pódcast.

El hombre se fue, pero regresó al día siguiente con la misma mirada de sorpresa. “Intenté gritarle en varios idiomas, insultarlo incluso, y él solo me miraba. Al final del día llegaron ocho hombres con sacos para los cadáveres. Me dieron un sorbo de agua de una botella azul: el mejor trago de mi vida. Me pusieron en una camilla de bambú y me llevaron. Al salir de la jungla, sentí pánico: no quería dejar mi paz”, sorprende la superviviente.

El amor incondicional es el centro de todo. La pérdida te conecta con el amor

Annette Herfkens

“Años después, en 2006, volví al lugar con un equipo y uno de los hombres que me ayudó a subir la montaña tenía algo naranja en su chaqueta. Lo reconocí: era él. Le pregunté por qué no hizo nada en su momento y me dijo que nunca había visto una persona blanca, ojos azules, un poncho azul... que pensó que era un fantasma”, aclara Annette.

Finalmente, Ricardo Moya pregunta a la entrevistada cuál fue el mayor aprendizaje que se llevó de la experiencia. “Que la vida es una colección de junglas. Wall Street, el Upper East Side, la jungla de verdad. Y que el amor incondicional es el centro de todo. La pérdida te conecta con el amor. Solo puedes perder lo que amas. Después de perder a mi prometido, aprendí a vivir con las manos vacías. Y luego, cuando nació mi hijo con autismo, entendí otra dimensión de la vida: aceptar lo que es, sin expectativas”, concluye la protagonista.

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