Milena González es una de las expertas en crianza e infancia más populares en redes. Desde hace algún tiempo, compagina su labor en consulta con la divulgación sobre estos temas en plataformas digitales, donde se ha consolidado como una creadora de contenido original y potente, logrando construir una gran comunidad de seguidores.
A lo largo de su trayectoria ha abordado todo tipo de cuestiones relacionadas con la educación, la salud mental y las relaciones paternofiliales. En una de sus últimas publicaciones en Instagram, la especialista habló sobre la importancia de las palabras que los progenitores, o tutores legales, escogen para dirigirse a los pequeños.
La especialista expresó su opinión a raíz de una reflexión de la escritora Laura Gutman: ''Los niños creen en sus padres. Cuando les decimos una y otra vez que son encantadores, divertidos, capaces... se convierten en eso que nosotros decimos que son. Por el contrario, cuando les decimos que son mentirosos, distraídos o egoístas, responden a esos mandatos y actúan como tal. Aquello que los padres y madres decimos se constituye en lo más sólido de la identidad del niño''.
Según González, los niños aprenden a conocerse a sí mismos tomando como referencia, entre muchas otras cosas, aquello que sus padres dicen de ellos, tanto a otras personas como directamente a ellos. Por este motivo, cada palabra, calificativo y adjetivo cuenta.

Padres e hijos.
Para finalizar su reflexión, la experta señaló que muchos adultos crecieron condicionados por una serie de etiquetas que marcaron su personalidad. Estas se formaron a partir de experiencias familiares y sociales durante la infancia, y solo es posible apartarlas mediante un ejercicio consciente de introspección.
''En la infancia, los padres y madres terminamos siendo el espejo a través del cual se ven, se describen y se definen nuestros hijos'', sentenció la creadora digital, dejando claro que todo lo que dicen o hacen los tutores influye de manera directa en los menores.
No hay niños malos
En otra publicación reciente, la psicóloga defendió que no existen niños difíciles, caprichosos ni malos: ''Solo son niños que se aproximan y se relacionan con el mundo teniendo como base los rasgos biológicos de su temperamento. Cuando entendemos el temperamento infantil, transformamos nuestra mirada hacia cada niño y niña: pasamos de corregir conductas a acompañar necesidades con empatía, respeto y presencia''.
''No hay niños problemáticos, hay niños con un profundo deseo de sentirse vistos y de sentirse importantes para quienes más aman. Cada rabieta y mal comportamiento es, a veces, un grito silencioso que dice 'mírame, escúchame y ayúdame''', escribió en otra ocasión.