Alfonso Navarro, psicólogo: “Ser padre de un adolescente es aprender a estar sin presionar: el vínculo nace de la presencia, no del control”

Relaciones familiares

Más allá de los consejos y los interrogatorios, los adolescentes necesitan adultos que los acompañen en silencio, sin juicios ni exigencias

“Las vidas de los adolescentes ahora están llenas. No les dejamos hacerse preguntas”

El psicólogo Alfonso Navarro recuerda que acompañar a un hijo adolescente no consiste en hablar mucho, sino en estar presente sin invadir su espacio

El psicólogo Alfonso Navarro defiende una presencia serena y sin presión en la adolescencia 

Instagram | @fluxua.psicologia

Cuando un adolescente se encierra en su cuarto, responde con monosílabos o parece vivir en una montaña rusa emocional, muchos padres se sienten perdidos. “No sé cómo ayudarle”, repiten con angustia. Pero quizá la ayuda no pase por dar respuestas, sino por estar disponibles sin exigir. Así lo defiende Alfonso Navarro, psicólogo especializado en adolescencia, en uno de sus vídeos de Instagram (@fluxua.psicologia): “Muchos padres me dicen: ‘Le digo que se relaje o que lo relativice’. Y la verdad es que muchas veces no necesitan consejos ni soluciones, necesitan compañía”.

En ese proceso de acompañamiento, explica Navarro, la presencia serena de un adulto puede ser mucho más transformadora que cualquier sermón bien intencionado. “A veces lo mejor que puedes hacer es estar a su lado, en silencio, en compañía, siendo nutritivo”, resume.

La trampa de los consejos

Intentar solucionar el malestar emocional de los adolescentes solo con palabras puede invalidar lo que sienten

Uno de los errores más comunes, según el especialista, es presionar para que el adolescente “se sienta mejor” enseguida, como si el malestar tuviera que tener fecha de caducidad. “Si presionas para que pase rápidamente esa emoción, lo que él siente es ‘no tengo permiso para sentirme así’”. Por eso, insiste, hay que confiar en que volverá cuando esté preparado y evitar el impulso de llenar cada silencio con preguntas.

“Sé que te preocupa, pero si cada vez que te ve le haces un interrogatorio, al final se cierra”, advierte. En su lugar, propone una presencia amable y sin exigencias: sentarse en el sofá a leer, ver una película cerca, o simplemente compartir espacio sin invadir. “Ya vale más que mil preguntas”.

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Marian Rojas Estapé

También señala la importancia del autocuidado emocional por parte del adulto: “Si tú gritas cuando él grita, ¿qué le estás enseñando?”, plantea. Para Navarro, educar en la calma no es alcanzar la perfección, sino tener la intención de gestionarse uno mismo. “Respira, baja el tono, espera. Eso sí que educa”.

Su mensaje no es una invitación a la pasividad, sino una defensa del vínculo. “Solo hace falta que estés y que seas ese adulto al que él pueda acercarse cuando vea que ya es el momento”. Porque el acompañamiento emocional en la adolescencia no se trata de intervenir, sino de sostener. Con menos palabras, más escucha y mucha presencia.

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