La postura corporal no depende únicamente de la espalda, de hecho comienza mucho más abajo, en los pies. Así lo asegura la osteópata Laura Lomar, que destaca cómo muchas de las molestias crónicas pueden tener su origen en una base mal alineada.
“Si notas que tu postura no mejora por más que estires... quizás el problema está en cómo apoyas los pies”, advierte la especialista, subrayando la importancia de revisar cómo pisamos a diario.
Según Laura, los pies actúan como los cimientos del cuerpo. Cuando no están bien posicionados, el resto de la estructura corporal se ve obligada a compensar.
“Todo lo que no esté bien abajo... tu cuerpo lo compensará por arriba”, explica. En este sentido, una pisada supinada (cuando el peso recae sobre el borde externo del pie) puede provocar piernas arqueadas, espalda plana y tensión muscular persistente.
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En cambio, un pie pronado )inclinado hacia el interior) puede arrastrar también a la rodilla y la cadera, generando una espalda arqueada, molestias cervicales e incluso tendencia a la joroba.
Para corregir estos desequilibrios, la osteópata ofrece recomendaciones concretas: los pies deben apuntar hacia adelante, tomando como referencia el segundo dedo. El peso debe distribuirse de manera equilibrada entre el talón, la parte delantera del pie y sus bordes internos y externos.

Dolor de espalda
Además, es clave mantener los arcos plantares activos y los dedos relajados y bien extendidos. “Apunta los pies hacia adelante. Imagina que tu segundo dedo marca la dirección”, aconseja. Estas pautas, aunque sencillas, pueden tener un gran impacto en la postura general y prevenir dolencias a largo plazo.