¿Sabías que has estado tirando a la basura uno de los ingredientes más poderosos de tu cocina? Las cáscaras de ajo y cebolla, esas partes que normalmente desechamos al preparar nuestras comidas, en realidad esconden compuestos naturales con sorprendentes beneficios para la salud. Aunque solemos pasarlas por alto, estas cáscaras están cargadas de antioxidantes, propiedades antiinflamatorias e incluso sustancias que podrían ayudar a regular los niveles de azúcar en sangre.
Un claro ejemplo de estos beneficios ocultos se encuentra en la piel de la cebolla, especialmente en su capa exterior, que es rica en quercetina, un flavonoide con poderosas propiedades antioxidantes. Este compuesto no solo ayuda a reducir la inflamación en el cuerpo, lo que puede ser útil en condiciones como la artritis o enfermedades crónicas, sino que también actúa como un antihistamínico natural.
En cuanto a este efecto, un estudio publicado en el “International Journal of Immunopathology and Pharmacology” encontró que los flavonoides como la quercetina pueden inhibir la liberación de histamina en las células, lo que ayuda a aliviar los síntomas alérgicos. Además, la quercetina ha mostrado en varios estudios su capacidad para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir los niveles de glucosa en sangre, lo que la convierte en un aliado prometedor para quienes padecen diabetes tipo 2 o están en riesgo de desarrollarla. Así lo publicó también un estudio de 2014 en The Journal of Nutritional Biochemistry.
Cebolla y ajo
En cuanto al ajo, aunque la mayoría de los estudios sobre el ajo se han centrado en los compuestos presentes en su pulpa, hay investigaciones que dicen que los fenilpropanoides, presentes en la cáscara del ajo, tienen un efecto antioxidante. Estos compuestos ayudan a neutralizar los radicales libres, los cuales están implicados en el estrés oxidativo y las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Por ejemplo, un estudio publicado en 2014 en Journal of Food Science, resalta que los compuestos fenólicos del ajo, como los fenilpropanoides, tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que también ayudarían a combatir el estrés oxidativo.
Además, la cáscara de ajo contiene una pequeña cantidad de alicina, un compuesto azufrado conocido por su potente actividad antioxidante y antiinflamatoria. Aunque la alicina se encuentra en mayor concentración en los dientes de ajo frescos, las cáscaras también contienen una dosis significativa de este compuesto, lo que les confiere propiedades beneficiosas para la salud. La alicina actúa protegiendo las células del daño causado por el estrés oxidativo, un proceso que está vinculado al envejecimiento celular y diversas enfermedades crónicas.
Estos efectos antioxidantes y antiinflamatorios son importantes para mantener el equilibrio del organismo y prevenir trastornos relacionados con la inflamación y el daño celular.
La mejor manera para aprovechar estas cáscaras es poniéndolas a hervir para hacer una infusión, de esa forma se extraen sus nutrientes y propiedades antioxidantes. De hecho, la infusión de cáscara de cebolla es conocida por ayudar a la circulación y aliviar algunos problemas respiratorios. También se pueden añadir a caldos y sopas, ya que al cocinarlas junto con otros ingredientes, las cáscaras pueden liberar sus nutrientes y propiedades. Luego, las puedes colar si no deseas dejar las cáscaras en el plato. Y si no quieres consumirlas directamente, también puedes usarlas par hacer compost, enriqueciendo el suelo de tus plantas con sus nutrientes.
Cebolla y ajo
En resumen, tanto el ajo como la cebolla son mucho más que simples ingredientes de cocina. Sus cáscaras contienen compuestos que pueden ofrecer múltiples beneficios para la salud. La quercetina en la cebolla, con sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, ayuda a reducir la inflamación, aliviar alergias y regular los niveles de azúcar en sangre. Por su parte, el ajo, gracias a su contenido de alicina, protege las células del daño causado por el estrés oxidativo, mejorando la salud cardiovascular y combatiendo la inflamación. Al aprovechar estas partes normalmente olvidadas, no solo estamos reduciendo el desperdicio, sino también ayudando a nuestro bienestar.
