Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
En el peor de los casos, un médico especializado puede recetarnos un medicamento para tratar de resolver un resfriado, un dolor corporal o eventualidades más graves. Sin embargo, ¿por qué estas sustancias tienen un sabor que provoca tanto rechazo? Una pregunta que respondió Inés Moreno, más conocida en redes sociales como La Traumatóloga Geek. Mediante un vídeo en su perfil de TikTok, la experta aclaró que tenía que ver con los receptores de la lengua.
“¿Por qué los medicamentos saben tan mal? No es una conspiración de los laboratorios. Ni falta de creatividad con los sabores. Es culpa de tu propio cuerpo. ¿Qué crees que te está salvando la vida? Tu lengua es un detector de veneno. Literalmente. Tenemos 25 receptores solamente para el sabor amargo. Más que para cualquier otro sabor. ¿Por qué? Porque en la naturaleza la mitad de las sustancias tóxicas son amargas”, aportaba.
“Hace miles de años un simple bocado podía matarte. Así que tu cerebro evolucionó para rechazar lo amargo automáticamente. Aquí está la paradoja. Muchas medicinas usan compuestos que el cuerpo interpreta como veneno, aunque en realidad te curan. Por ejemplo, la quinina de la corteza del árbol de la quina es eficaz contra la malaria, pero sabe fatal. La tropina dilata las pupilas y viene de la viadona, una planta tóxica”, sumaba.
Cuestión de genes
“Muchos antibióticos derivan de hongos y de bacterias, que generan sustancias amargas como una defensa natural. Para que no los rechaces, la galénica crea cubiertas especiales o fórmulas que liberan el fármaco ya en el estómago o en el intestino. Así engañamos a tu detector de venenos prehistóricos. Y ojo, no todos percibimos el sabor amargo igual. Si odias el brócoli o el café sin azúcar, puede ser culpa de tu genética”, insistía.
“Entre el 20 y el 25% de las personas tienen una mutación que le hace hipersensible al sabor amargo. Para ello, una pastilla puede ser ver tres veces más intensa. La evolución era una ventaja. Hoy es una tortura cada vez que se medican. Así que la próxima vez que la medicina te sepa horrible, recuerda, no es un error, es tu cuerpo intentando protegerte. ¿Crees que tienes esta mutación o puedes beberte el café sin azúcar?”, preguntaba.


