La falta de hidratación es capaz de desencadenar toda una serie de síntomas que afecten a la salud del organismo, tanto a su bienestar físico como psicológico. Para evitarlo es fundamental mantener unos hábitos adecuados y asegurarse de beber la suficiente agua en el día a día. Por ello se deben desterrar mitos y bulos que traen consigo consecuencias perjudiciales. El Consejo General de Farmacéuticos, en un vídeo publicado en su cuenta oficial de la red social de TikTok, ha señalado alguna de estas falsas creencias y advierten: “Incluso una deshidratación leve puede alterar numerosos procesos fisiológicos”. Uno de esos mitos más extendidos es el que asegura que no hace falta beber agua si no se tiene sed. Los especialistas alertan de que esto resulta engañoso, dado que no experimentar sed no siempre es un indicador fiable, sobre todo en el caso de personas mayores, en las que la sensación disminuye.
“Otro mito muy recurrente es el de beber ocho vasos de agua al día”, apuntan. Desde el Consejo reconocen que esta medida puede tenerse en cuenta como una referencia, pero la cantidad de agua necesaria varía dependiendo de cada persona, su estado de salud y su sudoración. Por ejemplo, los deportistas habituales requerirán de una mayor hidratación que otros. Igualmente conviene recordar que el agua no es lo único que hidrata, también las frutas o las verduras, además de líquidos como la leche o las infusiones. No sucede así con las bebidas alcohólicas. “El alcohol favorece la deshidratación”, asegura el Consejo General de Farmacéuticos. Si se respetan unos buenos hábitos de hidratación, no habrá por qué preocuparse de cómo afecta al organismo el no beber suficiente agua, ya que sus consecuencias pueden ser más que considerables.
¿Cómo afecta al organismo la falta de hidratación?
El cansancio, la sensación de mareo, la baja presión arterial y los calambres representan algunos de los primeros síntomas que delatan a un caso de deshidratación, según la Fundación Española del Corazón. Una situación que entraña especial riesgo durante los meses de calor y, en particular, durante los días en los que se producen las olas de calor, ya que el aumento de las temperaturas y la sudoración agilizan la pérdida de agua. Algo a lo que resultarán más vulnerables las personas mayores y los niños, cuya sensación de sed es menos eficiente que la de jóvenes y adultos.
La deshidratación puede verse acompañada de dolores de cabeza, confusión e incluso pérdida del conocimiento. Pudiendo llegar a resultar mortal en los casos más graves. “Estar bien hidratado es fundamental para mantener un buen estado de salud, ya que, sin realizar actividad física alguna, nuestro organismo pierde entre dos y tres litros de líquido al día”, advierte el doctor Varela Román, secretario general de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).


