En toda la historia de la humanidad, cuidarse nunca había estado tan de moda, y al mismo tiempo, nunca había sido tan confuso. En redes sociales, en la televisión o incluso en las conversaciones mientras comes un triste tupper en el comedor del trabajo, parece que todo el mundo tiene una opinión sobre lo que deberíamos comer. Opiniones como “el huevo es malo”, “el azúcar es veneno”, “la carne da cáncer” o “las dietas milagro funcionan”, están a la orden del día, auspiciadas en gran parte por todo lo que expertos y aquellos que se denominan como tal intentan vender en sus perfiles de Tiktok o Instagram.
En medio de tanta información (y desinformación), lo cierto es que cada vez más personas buscan mejorar su alimentación, ya sea para perder peso, para ganar salud o simplemente para sentirse mejor consigo mismas. Pero entre modas pasajeras, influencers y consejos de dudosa procedencia, no siempre es fácil separar lo que realmente dice la ciencia de lo que solo vende likes o productos.
Por mucho que nos intenten confundir, al fin y al cabo, la nutrición es mucho más que contar calorías o subirse a la báscula. Se trata de cómo vivimos, de qué ponemos en el plato y de qué hábitos mantenemos a largo plazo. Aunque mucha gente asegure que sí, lo cierto es que no existen las “dietas milagrosas”, al contrario, cada año florecen algunas que aunque se denominan saludables, no hacen más que ser perjudiciales para nuestra propia integridad física.
Es una dieta que quita legumbres, cereales integrales y fruta. ¿Cómo puede ser eso óptimo para la salud?
En un nuevo episodio en ConPdePodcast, Gonzalo Quesada, divulgador de ciencia y nutrición, asegura que existen muchos mitos y falsas verdades sobre lo que comemos cada día. Uno de los más extendidos tiene que ver con la dieta keto o citogénica, que se puso de moda hace algunos años porque muchos aseguraban que era “milagrosa”, y ahora vuelve a estar a la orden del día.

La dieta keto elimina prácticamente toda fuente de carbohidratos
Esta consiste en llevar una dieta muy baja en carbohidratos que obliga al cuerpo a entrar en cetosis, un estado metabólico en el que se producen cuerpos cetónicos como fuente de energía. Aunque no es ninguna dieta inventada, pues tiene utilidad médica real y se utiliza para la epilepsia refractaria cuando ya no funcionan los fármacos, no tiene ningún sentido utilizarla como herramienta de salud general, ya que incluso en contexto médico hay que discontinuarla cuando los riesgos superan los beneficios.
Según Quesada, el elemento que nos indica que esta dieta no es más que puro marketing es que ha sido llamada ‘la dieta de los 33 billones de dólares’, algo que no es casualidad. Es el engaño perfecto porque cumple con todo lo que pide el negocio de las dietas, que son resultados rápidos y visibles, aunque no necesariamente sostenibles ni saludables. “Pierdes muchísima agua, y eso es lo primero que se nota. Se ve visualmente y parece efectivo, pero no estás perdiendo grasa, sino músculo y agua”, explica.
Pierdes muchísima agua, y eso es lo primero que se nota. Se ve visualmente y parece efectivo, pero no lo es
Lo cierto es que, aunque en redes sociales no se venda como tal, las consecuencias de seguir la dieta keto sin supervisión pueden ser nefastas. Dado que elimina alimentos fundamentales, puede dificultar una alimentación equilibrada y sostenible en el largo plazo y provocarnos ciertas carencias nutricionales al no consumir alimentos que necesitamos. “Es una dieta que quita legumbres, cereales integrales y fruta. ¿Cómo puede ser eso óptimo para la salud?”, lamenta el divulgador.

Una dieta que elimina todo este tipo de alimentos nunca puede ser beneficiosa
Además, por si fuera poco, al contrario de lo que muchos afirman, la evidencia científica no respalda la superioridad de la dieta keto en términos de longevidad ni de salud metabólica a largo plazo, como era de esperar. Las dietas cetogénicas pueden dar beneficios en casos muy puntuales, pero siempre bajo supervisión médica y no para un uso habitual y sostenido.