La alimentación es un mundo lleno de curiosidades, misterios, descubrimientos y, sobre todo, platos deliciosos. Cada cultura tiene una forma distinta de comer, usando distintos ingredientes y métodos de elaboración. Sin embargo, algunos de ellos podrían comportar algún que otro problema a la hora de consumirlas. Una de las grandes cuestiones es la forma de conservarlos, especialmente si deben permanecer en el frigorífico o el congelador.
A pesar de estar distribuidos con múltiples cajones y opciones de refrigeración, muchas personas usan la nevera sin el máximo conocimiento, poniendo en riesgo su salud. Cristina Lora, experta en seguridad y tecnología alimentaria, estudió la cuestión en el podcast de Hábito Zero, respondiendo a una importante pregunta: “¿Cuáles son los tres errores más comunes que habitualmente nos podemos encontrar en casa sin que la persona lo sepa con respecto a la salud alimentaria?”
“Yo creo que el primero puede ser las descongelaciones que le hacemos mal. Es decir, muchas veces digo, venga, mañana me toca salmón. Y lo que hago es que una hora antes me acuerdo. Y lo saco del frigorífico y a lo mejor lo dejo en la ventana porque le da el sol y sé que rápido se va a descongelar o lo dejo encima de la mesa y eso es un error porque al final cuanto más tiempo le des a las bacterias y más agustitos estén porque va subiendo lentamente la temperatura, eso hace que se desarrolle”, exponía.
“Lo que tenemos que hacer es planificación. Yo sé que mañana me toca salmón, esta noche antes de dormir lo descongelo. ¿Dónde? En la zona de abajo del frigorífico, que es la zona más fría, son dos grados. Entonces, ahí es donde se tienen que descongelar los alimentos. Es la balda justo encima del cajón de las frutas y las verduras, ¿vale? Eso sería un error. El siguiente error puede ser también algo tan típico como no lavarme las manos o no quitarme los anillos cuando me lavo las manos”, insistía.
Alimentos en el congelador
Distintas vías
“Parece súper obvio, pero no es así. O muchas veces vengo del cuarto de baño y no me lavo las manos. Pues da igual que yo me haya comprado un salmón que me haya costado 20 euros el kilo. Si es que me estoy lavando las manos con el anillo, que ahí es un nicho perfecto para los microorganismos, o incluso no me las he lavado. Y el tercer error puede ser, por ejemplo, los útiles de madera. Que esto es algo muy común también, que yo hasta le riño a mi madre”, concluía.

